domingo, 6 de abril de 2008

Adios A. C. Clarke

El pasado 19 de marzo, Arthur Charles Clarke, fallecía a la edad de 90 años en Colombo, Sri Lanka.

El conocido escritor británico, que destacó como novelista y divulgador científico, era ya el único con vida de los tres últimos maestros de la ciencia-ficción.

Componían la genial terna: Robert Heinlein muerto en 1988 e Isaac Asimov fallecido en 1992. Descansen en paz.

Científico y visionario
Autor de más de 100 publicaciones, en muchas de sus obras científicas aparecen conceptos novedosos para la época y que hoy son considerados normales, en el mundo de la tecnología y la telecomunicación.

Por ejemplo, tras la Segunda Guerra Mundial (sirvió en la Royal Air Force) publica varios artículos técnicos, entre ellos ‘Extra-terrestrial Relays’ y ‘Can Rocket Stations Give Worldwide Radio Coverage?’ (1945), en los que sienta las bases de los satélites artificiales en órbita geoestacionaria, como un magnífico sistema de telecomunicaciones.

Sin duda es una de sus grandes contribuciones a la ciencia del siglo XX, que le valió numerosos premios y reconocimientos. Entre ellos, el hecho de que dicha órbita geoestacionaria sea conocida también como órbita de Clarke, y al conjunto de satélites que, en ella, orbitan a la Tierra cinturón de Clarke.

Aficionado desde pequeño a la astronomía -ayudado con un telescopio casero, siendo aún un niño, dibujó un mapa de la Luna-, en 1949 convirtió su apartamento de Londres en la sede de la Sociedad Interplanetaria Británica (S.I.B.), de la que fue su presidente.

Como tal, en 1957, forma parte del comité británico que acude a Barcelona para el VIII Congreso Internacional de Astronáutica. Una visita que coincide con el lanzamiento del Sputnik I, por parte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

2001: una odisea en el espacio
Considerado uno de los grandes maestros de la ciencia ficción, el mayor reconocimiento le vino de la mano de la película ‘2001: una odisea en el espacio’.

Basada en ‘El centinela’, un cuento de Clarke de 1951, fue dirigida por el director estadounidense Stanley Kubrick en 1968 y recibió más de 10 nominaciones, ganando un Oscar.

Fue tal la conmoción que produjo la película en el público, cinéfilo y lector, que Clarke se vio obligado a convertir el pequeño cuento en una novela. La tituló con el mismo nombre del film. Primer caso de la historia en el que la novela es posterior a la película, aunque del mismo año, 1968.

Leyes de Clarke
Muy conocidas son sus famosas leyes, empezadas a publicar en su libro de divulgación científica ‘Perfiles del Futuro’ (1962). Curiosamente también son tres, como las de la robótica de su viejo amigo Asimov.

La primera ley de Clarke dice: “Cuando un científico famoso, pero ya de edad, dice de algo que es posible, es casi seguro que esté en lo cierto. Cuando dice que es imposible, probablemente se equivoca”.

Más agresiva, la segunda ley de Clarke reza: “La única manera de encontrar los límites de lo posible es yendo más allá de esos límites y adentrarse en lo imposible”.

La más popular (y citada) de ellas es la tercera ley de Clarke: “Toda tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”. No es poco lo que se puede decir acerca de ellas y sobre la visión que, de la ciencia, tiene su autor. Por eso lo dejaremos para mejor ocasión.

En Televisión
Su fama mundial se consolidó con sus intervenciones en la televisión. Desde 1969 colaboró como comentarista en la cadena de televisión CBS. Narró, junto al astronauta Wally Schirra, la llegada de la cápsula Apolo a la Luna y las misiones Apolo 12 y Apolo 15. De estos años es también su exitosa novela ‘Cita en Rama’ (1972).

Como divulgador científico, en la década de los 80 tuvo una serie de televisión, ‘El mundo misterioso de Arthur C. Clarke’, dedicada al análisis de supuestos misterios. Por supuesto desde el conocimiento científico y el escepticismo.

Algo así como un ‘anti Cuarto Milenio’. Humanista confeso, escéptico y crítico con la religión, Clarke nunca dejó de preguntarse por el lugar del hombre en el Universo.

Otros reconocimientos
Aficionado a la fotografía, la exploración submarina y fascinado por la cultura india, Clarke tuvo el honor en 1981 de poner su nombre a un asteroide, recién descubierto, el 4923 Clarke.

También una especie de dinosaurio ceratopsiano, el Serendipaceratops arthurcclarkei, descubierto en Australia lleva su nombre.

En el año 2000 recibió el título de caballero de la Orden del Imperio Británico.


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