domingo, 4 de enero de 2009

¿Existió la Estrella de Belén?

Y hablando de creer. Una nueva curiosidad navideña, ¿Existió La Estrella de Belén?

Han transcurrido ya dos mil años desde el nacimiento de Jesús y su supuesta aparición sigue planteando la misma pregunta: ¿Existió?

La respuesta tiene su importancia ya que se trata de un tema con doble trascendencia. Social y religiosa por un lado. Científica y cultural por otro.

No. No es un tema menor éste de la estrella belenera.


No lo es porque la bíblica Estrella de Belén es uno de sus elementos más propio y motivo principal en la exornación de calle, belenes y anuncios.

De modo que conviene saber si estamos en presencia de un mito, un milagro o de la realidad sin más.

Supuestos para una estrella
Con la única intención de divulgar -y sin entrar en el terreno de la mitificación o desmitificación de nada ni de nadie-, los posibles intentos de explicar la naturaleza de la Estrella se pueden categorizar en tres grandes supuestos.

Que se trate de: a) un hecho mítico; b) un sucedido milagroso; c) un fenómeno astronómico. Empecemos.

a) Un mito. Y por tanto irreal, nunca existió. No fue más que un recurso literario que usó Mateo para engrandecer el nacimiento y la figura de Jesús entre los paganos. Un añadido en una época en la que era costumbre asociar espectaculares fenómenos celestes, al nacimiento o muerte de reyes o emperadores.

Y Jesús era el más grande de todos. Por lo que no podía carecer del suyo. Visto así es una alternativa plausible.

De este supuesto del mito no hay más que decir. No es necesario dar explicaciones de lo que nunca pasó.

b) Un milagro. Una manifestación de Dios. Algo sobrenatural que escapa al poder explicativo del hombre y del que, por tanto, poco o nada puede decirse.

Es un misterio que está fuera del dominio de la razón y que no se puede entender sin la inspiración divina. Nada conseguimos pues teorizando.

Es una cuestión de fe, por lo que no necesita prueba alguna. Aunque resulta sorprendente que los otros evangelistas no hicieran ninguna referencia de él. Un silencio incomprensible tratándose de una señal divina. Pero en fin, quién conoce los designios de Dios.

c) Un fenómeno astronómico. Algo real y natural, que puede tener una explicación o explicaciones. En este caso, sí se podría averiguar su naturaleza de forma racional, dentro de los conocimientos científicos. Pero claro, tenemos un problema.

Si la Estrella fue un fenómeno físico celeste, entonces no es posible que hiciera lo que dicen que hizo. Guiar a los Reyes Magos moviéndose por el cielo, pararse donde estaba el niño Jesús y, después, desaparecer.

No. Eso no lo hacen las estrellas, no es lo natural en ellas.

Nada más que hay que ver la estrella más cercana a nosotros. La nuestra, el Sol. Y es evidente que no hace eso.

Tendría que ser entonces una estrella sobrenatural y, por tanto, quedaría excluida, de nuevo, de toda explicación racional.
Callejuela científica sin salida.

Luego queda trazada una barrera entre la suposición astronómica de su existencia física y la posibilidad bíblica de su “especial cinemática espacial”.

La pregunta entonces es: ¿Se trata de una barrera insalvable? Veamos.

Si suponemos que astronómicamente existió, entonces, algo tuvo que aparecer en el cielo y, fuera lo que fuera, los hombres de aquella época lo interpretaron a su manera.

Ellos decidieron cual era su naturaleza material, cual fue su comportamiento físico y, claro está, su significado sociocultural. Entonces ...  ¿Qué pudo ser la Estrella de Belén?


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