viernes, 10 de abril de 2009

Creencia, ciencia y cine (II)

(Continuación) Debo hacerles un par de salvedades. La primera restrictiva. Descarto la posibilidad de que fuera un eclipse total de Luna. Éste, en ningún caso, podría haberse visto hacia las tres de la tarde, en ese hemisferio.

Es una imposibilidad física, como pueden comprender.




La segunda expansiva. Como la fase de totalidad de un eclipse solar dura sólo unos minutos, incluiremos también, en las tres horas de tiniebla evangélica, la fase de ocultación parcial del Sol. Ésa en la que se produce sólo una gradual disminución de la luz y no su ausencia total.

Sólo así podremos justificar la oscuridad, que se produjo durante la agonía de Jesús, desde mediodía hasta las tres de la tarde. Una probabilidad física.

Probabilidad frente a imposibilidad. Siempre lo improbable antes que lo imposible.

¿Qué dice la Astronomía?
Sin embargo, y a pesar de la anterior consideración, nos encontramos con algunos problemas a la hora de encontrar un eclipse de Sol, que se produjera en lugar y fecha. Veamos.

Tenemos uno que se produjo en la fecha adecuada. Hubo un eclipse total de Sol el 19 de marzo del año 33 d.C.

Como vemos, no sólo encaja con los hechos por fecha, sino que resulta ideal porque coincide con el día de San José. Y estos detalles siempre ayudan. Lo que está bien.

Sin embargo tiene un pequeño/gran inconveniente. Ese eclipse no fue visible desde Jerusalén. Por lo que no puede ser nuestro eclipse.

Pero hubo otro, también total de Sol, y que sí fue visto desde Palestina. Lo que es bueno. Lo malo es que tuvo lugar el 24 de noviembre del año 29 d.C. a las 8:58 h de la mañana. O sea, que no parecen coincidir, ni hora, ni día, ni mes, ni año. Nada.

Bueno. A lo mejor sí. No debemos olvidar que numerosos historiadores admiten un error, de al menos tres o cuatro años, en la elaboración del calendario tomando como referencia el nacimiento de Cristo.

Cuestión de fechas
Como sabemos es debido a que la datación correcta de la muerte del rey Herodes -confirmada por referencias históricas- corresponde al año 3 o 4 a.C. según dicho calendario.

Es decir, que Jesús nació unos años antes de la fecha admitida. Ya hablamos de este tema en una de las entradas de estas pasadas navidades.

Por esto, si Cristo hubiera muerto en la primavera del año 29 o 30, y no del 33, tal vez los evangelistas asociaron el simbolismo catastrófico de un eclipse total de Sol -sucedido unos meses antes o después- con su crucifixión y muerte, y relataron esos dos hechos como simultáneos, aunque no lo fueran realmente.

Una conexión que si queda en el terreno de lo puramente religioso, cumple su función a la perfección. Es fruto, tanto del particular modo de escribir del apóstol, como del público al que va dirigido.

Un lenguaje simbólico-teológico para oyentes y lectores iniciados y con el que se explica el significado profundo del acontecimiento de la muerte de Jesús.

Pero que fuera de contexto no tiene sentido pues con dificultad soporta un simple análisis crítico, escéptico, racional y científico y además no tiene importancia alguna frente a la fe cristiana ¿Puede ser éste, entonces, el eclipse relatado en los Evangelios?

Como siempre, yo les doy la información y usted, con su inteligencia, decide. Y por último, ¿qué era eso del cine?

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