jueves, 4 de junio de 2009

¿Quién construyó el primer submarino?

La semana pasada les hablaba de Julio Verne y de sus muchos inventos, entre ellos el submarino.

Pues bien un amable seguidor del blog me ha escrito para preguntarme ¿Quién construyó el primer submarino?

Como se habrán imaginado me ha faltado tiempo para buscar la respuesta. Aunque antes de dársela me gustaría apuntar un par de ideas.

Una social. Por la documentación existente, la exploración del mundo submarino tiene ya una larga historia a sus espaldas y como ocurre con otras muchas, ha sido más bien fruto de intervenciones individuales que proyectos colectivos.

La otra científica. El conocimiento del inmenso mundo sumergido de nuestro planeta, así como las acciones emprendidas para ello a lo largo del tiempo, no es posible entenderlos sin considerar el tipo de conocimiento científico que imperaba en el momento. Es sabido que somos hijos de nuestro tiempo.

Y tras el apunte la respuesta a quién construyó el primer submarino.

Alejandro Magno y el submarino
Aunque no hay prueba alguna que apoye la certeza de lo que afirma, existe un manuscrito del siglo XIII que relata cómo Alejandro Magno se sumergió en el mar, durante el sitio de Tiro, nada menos que en el año 322 a.C.

Ya se lo avisé. La curiosidad del hombre por los misterios del mar se remonta muy atrás en el tiempo.

La rudimentaria máquina de inmersión estaba formada por dos barcas, una invertida sobre la otra, unidas por tablones y revestida por varias capas de betún.

Estaba provista de unos orificios redondos, cubiertos por vidrio incoloro, que permitían observar a través de ellos y de una abertura inferior para permitir el acceso a su interior.

Medía ocho codos de largo (4 m) por cinco de altura (2,5 m) en su parte central y llevaba instalado un banco para dos personas.

Para la inmersión se aprovisionó con vino, una pierna de buey asada, pan, pepinos frescos, lámparas de aceite y túnicas secas, para cambiarse. O sea, que bien.

Por primera vez en la historia del mundo el hombre, encerrado en una máquina, se sumerge y respira, observando los secretos de los misteriosos reinos submarinos. Otra cosa fue conseguir que se moviera. Para ello hubo que esperar un poco, casi dos mil años.

Y desde entonces no son pocos los que, en ese tiempo, han pretendido ser el padre de la criatura submarina. Todo un sueño soñado.

1 comentario :

Anónimo dijo...

Alejandro Magno y su avituallamiento, puro domingero de las profundidades.

Y a lo de el problema con la cinética del submarino, todo es cuestion de tiempo, como que yo empiece de nuevo a estudiar ciencias.

Un saludo