domingo, 27 de septiembre de 2009

La canción del verano (I)

No fue hasta el pasado martes 22 de setiembre, con el equinoccio de otoño, cuando se puso fin al verano de 2009. Otra cosa es cuando se nos acabó el veraneo, hace ya casi un mes.

Que parece lo mismo esto de verano y veraneo, cuando en realidad no lo son. Pero a lo que iba.

Este verano del 2009 se nos ha ido y lo ha hecho sin la típica y tradicional canción del verano. Es posible que no hayan caído en el detalle. Pero es así. Nada. Ni sombra siquiera de la musiquilla veraniega. Algo impensable hace tan solo unos años.

Y el caso es que, ya desde el ‘Opá, yo viazé un corrá’ la cosa se veía venir. No había que ser un Rappel para adivinar que los veranos venideros ya no serían como los de antes.

“Que cuarenta años no es nada”
Por eso, consciente de la carencia, les traigo a esta tribuna de divulgación de ciencias la que fue canción del verano, allá por los antañones de 1969. Cuarenta años la contemplan, como dice la tanguera letra. Su título María Isabel y el motivo no es sólo de oportunidad conmemorativa.

Hay otro, éste de orgullo. De orgullo de patria chica. Como seguro habrán recordado ya, María Isabel era cantada por el conjunto musical Los Payos.

Un trío de sevillanos de la segunda mitad del siglo pasado, que con ella reinaron en solitario durante los meses de ese estío, y sin que sus damas de honor -Cuéntame, de Fórmula V, y O tren, de Andrés do Barro- pudieran hacerle la más mínima sombra.

Pero, se estarán pensando mientras me leen, esos no son motivos para traerla a un blog de este tipo. Y no les falta razón. Aunque no por ello la tienen. Si bien la culpa es mía.

Verán. Sucede que no he tenido tiempo de apuntarles, que hay un motivo más para traerla a estos predios. Un argumento científico que sí justifica tal acción, aunque de entrada, la verdad es que nadie lo hubiera dicho.

Han de saber que María Isabel es en realidad una canción de ciencia ficción, que bien podría haber escrito el mismo Isaac Asimov. Digo más. Es también todo un tratado periodístico sobre ciencia-ficción. Por si no me creen, sigan conmigo la letra.

María Isabel y la ciencia-ficción
Para empezar, el primer verso ya nos sitúa en un desolado futuro: “La playa estaba desierta, el mar bañaba tu piel” ¿Una playa española desierta y en pleno verano?

Pero bueno. Qué me están cantando. Estarán conmigo que esto, esto, no puede ser. Habría que estar ahí para verlo.

Es evidente, primero, que si es cierto lo que dice, lo que es seguro es que en España no estamos. De todas todas. Segundo, que la playa no puede ser otra que la de El planeta de los simios. Y tercero, que el que está cantando con su guitarra no es otro que un trasunto de Charlton Heston, mientras va huyendo de los malvados y evolucionados monos.

Como pueden ver la conclusión es clara. Estos tíos de Los Payos fueron unos adelantados a su tiempo. Unos visionarios científicos. No hay otra. Lo que nos cantan no es, ni más ni menos, que un viaje en el tiempo.

En concreto un viaje al futuro, que bien podría haber firmado como les dije antes Isaac Asimov. Sólo alguien como él, y los Payos por supuesto, podrían haber descrito con tal precisión y en tan pocas palabras, un viaje a un futuro tan desolado como desolador.

Sólo ellos pueden tratar así un viaje en el tiempo. Un concepto que hunde sus raíces científicas más profundas, en uno de los pilares de la Física Moderna: La Relatividad de Albert Einstein.

Así que Asimov, Los Payos y Einstein juntos en una canción. Qué quinteto.

Pero no queda aquí, el asunto éste de la canción futurista. Lo que les he escrito es sólo la primera parte. Un poco más delante, ya en el estribillo, dice: “Coge tu sombrero y póntelo, vamos a la playa, calienta el sol”. Pero vamos a ver. (Continuará).

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