domingo, 29 de noviembre de 2009

¿Es verdad que existe un astronauta...? (y Parte II)

... esculpido en la catedral de Salamanca?

(Continuación) Ahora serían poco más de 200 años, pero estamos en las mismas. De ahí la hipótesis de los viajeros del tiempo.

Porque, ¿quién pudo imaginar esa figura sin haberla visto? ¿De qué manera resolver tal enigma arquitectónico?

¿Se podría pensar en un viaje del hombre por el tiempo? Un viaje al pasado, por otra parte ya predicho por la propia TGR del mismo Albert Einstein. Posible, pero poco probable.

Así que de nuevo a la navaja de Occam. Y marchando una tercera hipótesis.

La hipótesis de la ciencia
Sucede que hay una nueva fecha de realización de la escultura, si bien ésta no la aportan los magufos. Más bien lo hacen los auténticos investigadores. Los científicos.

Y en este caso es muy sencilla. No resulta muy laborioso de averiguar que el susodicho astronauta data de fecha reciente.

En concreto de 1993 cuando, con motivo de acoger Salamanca la exposición itinerante Edades del Hombre, se decidió restaurar la Puerta de Ramos, muy deteriorada por el paso del tiempo.

Dado que el nombre completo de la exposición era: "Las Edades del Hombre. El contrapunto y su mirada", todo hace pensar que los canteros decidieron contribuir con su propio contrapunto,en la restauración.

Y lo hicieron con algún que otro símbolo. Uno de ellos representante de la modernidad: el astronauta.

Y ésta es la hipótesis correcta. No sólo porque es la más simple, sino porque además existen numerosas pruebas de que es cierta. Además el astronauta no es la única figura curiosa que se puede contemplar en dicha fachada.

Un zoo catredalino
Hay también un lince debajo del astronauta; un toro a su derecha; un dragón debajo, con un helado de tres bolas que está sonriendo (dicen que es un guiño universitario).

También, más a la derecha y junto a la puerta, podemos ver tres figuras que representan el agua, el cielo y la tierra en Salamanca mediante un cangrejo de río, una cigüeña y una liebre. Además de un mono con cucurucho, etcétera.

Pero estas figuras no le interesan a los mercaderes de la credulidad. Con ellas no pueden hacer negocio timando a los crédulos.

Así que no existe anacronismo de ningún tipo. No existen los visionarios mistéricos. Nada de enigma arquitectónico que resolver.

Tan sólo lo que se conoce en conservación del patrimonio como un "falso histórico".

Un fenómeno producido y favorecido por el paso del tiempo, que hace que los profanos en la materia no diferencien lo auténtico de lo restaurado.

De ahí que, en su ignorancia, añadan objetos "imposibles" en el XVI, alegando causas extraordinarias cuando queda más que patente que pertenecen al XX.

Como bien se demuestra en cuanto aplicamos el recurso también conocido como Principio de parsimonia (en el sentido de moderación), utilizado por Guillermo de Occam. De quien antes de acabar convendría escribir unas líneas.

Guillermo de Occam (1280-1349)
Este fraile franciscano y filósofo escolástico inglés, que llevó una vida de pobreza extrema y murió a causa de la peste negra, sostuvo durante toda su vida una idea.

Del mismo modo que debía existir una separación entre el poder papal y el temporal, también debería haberla entre la fe, creencia o credulidad, y la razón.

No está mal la idea para ser del siglo XIV.

Y para este empeño aplicó el conocido postulado que (en latín) expresa: “Entia non sunt multiplicanda praeter necessitatem” o no ha de presumirse la existencia de más cosas que las absolutamente necesarias.

Una explícita recomendación de reducir al mínimo, el número de motivos y objetos -en general, de entes- a los que tenemos que recurrir para justificar algo.

Una buena prueba de que la razón es, exclusivamente, humana.

Con ella promovió una nueva forma de entender la ciencia, al proponer que la mejor hipótesis es la que hace uso de menos postulados.

También implica que en el conjunto de teorías ofrecidas para explicar un hecho hemos de preferir, en general, la más simple. Como hemos hecho nosotros con el astronauta salmantino.

En realidad la idea no es de Occam. Ya había sido expuesta por Durand de Saint-Pourcain, un dominico filósofo y teólogo fallecido en 1332.

Y antes se encuentra enunciada en la obra del franciscano Duns Scoto (1266-1308), probable profesor de Occam. Todo está escrito.




2 comentarios :

Anónimo dijo...

cuando vaya a salamanca lo buscaré para ver si es verdad

jaime muñoz dijo...

¿Es verdad que hay una vidriera con la figura de Einstein?