martes, 18 de mayo de 2010

Los Machado (III)


(Continuación) El delicado momento de España de finales del XIX, unido a la fuerte división ideológica que le acompañaba, hizo que teorías como el Krausismo o el Darwinismo, sobre todo, se convirtieran en puntas de lanza de enfrentamientos mucho más profundos.

Todos opinaban sobre la Teoría de Darwin y de forma ferviente. Bien a favor, o en contra. Aunque eso sí. Nadie se la había leído. Por lo que no tenían ni idea de su significado científico.

La razón de tal desconocimiento radicó en que la obra de Darwin, "On the Origin of Species" no se tradujo hasta 1877, lo que suponía un retraso de dieciocho años respecto a su publicación en Inglaterra.

Implicaciones sociales
De modo que sólo los intelectuales liberales, formados en el extranjero y conectados a la vanguardia europea, podían hablar de la teoría del británico con conocimiento.

Y por eso la polémica tendió a teñirse de un fundamentalismo religioso que, con frecuencia, se apoyaba en argumentaciones acientíficas. No podía ser de otra forma, dado el desconocimiento general de la teoría evolucionista.

En ese contexto se enfrentaron liberales a conservadores. Reformadores a tradicionalistas. Dos mundos bien diferenciados y excluyentes.

En lo social, ser darwinista implicaba ser un avanzado de la época, creer en la libertad de prensa, religión y enseñanza, y apoyar la renovación social.

En lo científico, ser darwinista era apostar por la verdad, por las pruebas empíricas. Algo en el fondo muy parecido.

Por eso el enfrentamiento estaba servido. No cabían posturas intermedias. O se estaba fervientemente a favor o en contra.

Renovación frente a conservación, tanto en lo social como en lo científico.

Y Sevilla
Justo esa misma rivalidad fue la que provocó y sufrió Antonio Machado y Núñez en Sevilla. Una polémica que desencadenó el resurgir de un nuevo espíritu intelectual y cultural en la ciudad.

Que trajo consigo la creación de publicaciones científicas como la Revista Mensual de Filosofía, Literatura y Ciencias fundada en 1869 por Machado.

En ella es donde el profesor publica sus artículos a favor de las ideas del antropólogo.

Analizando sus vidas hay dos detalles, anecdóticos, que ambos hombres tienen en común. Se los cuento.

Uno es que ambos estudiaron medicina, si bien el británico no acabó la carrera.

Otro es que los dos se hicieron naturalista al sentirse atraídos por la rica fauna y frondosa flora de América en sus respectivos viajes.

Don Antonio en un viaje familiar a Guatemala. Don Carlos en su conocida travesía a bordo del Beagle. (Continuará).

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