sábado, 11 de diciembre de 2010

En busca de un nombre para el quark

(Continuación) Fue entonces cuando M. Gell Mann (ya se lo he dicho) y G. Zweig (esto no se lo había dicho), independientemente el uno del otro, propusieron que muchas de estas partículas podrían estar constituidas, en realidad, por diversas agrupaciones de tres partículas básicas desconocidas.

Se había llegado al concepto de quark. Es la parte importante de la historia. Otra cosa era buscarle un nombre.
Y como ya les he dicho, esa búsqueda tiene su pequeña intrahistoria, que ahora les adelanto, tien cuatro personajes. Ya que es breve se la cuento.
"Kwork"
Para empezar, y pensando en cómo denominar a estas partículas, el mismo Gell Mann cuenta que le vino a la mente la palabra "kwork". Le puede sonar raro pero es así.
No olvidemos que además de un gran físico de partículas, nuestro hombre tiene profundos conocimientos en lingüística y en ornitología.

Y de todos es conocido su gusto por los juegos mentales. De ahí el sorprendente, sonoro y poético término.
Mas fue entonces cuando apareció el escritor Joyce, la tortuosa novela El despertar de Finnegan y la enigmática frase "Three quarks for Muster Mark!" (Tres quarks para Muster Mark), un hecho ya conocido de ustedes.
De los cuatro personajes de esta aventura, sin duda, Gell-Mann es el protagonista principal.
Ases
Pero Zweig, recuerden, el otro físico implicado en esta historia, también estuvo, por su cuenta y riesgo, buscando un término adecuado para la partícula. A él se le ocurrió denominarla ases. Como los de las cartas.
Como es notorio, el término no tuvo suerte y fue olvidado pronto. Vaya usted a saber porqué.
Quizás porque en un juego de cartas hay cuatro ases y no tres. No lo sé. De todos modos, Zweig, es el primero de los actores secundarios.
Como se pueden imaginar, el asunto del origen del nombre no quedó ahí. Salieron más presuntos padres de la criatura. Más autores en busca de un personaje.
Requesón y rincón 
A esta altura de la historia, si bien en inglés la palabra quark resultó novedosa y sorprendente, lo cierto es que no pasó mucho tiempo antes de que, la gente cayera en la cuenta de que dicho término ya existía en alemán.
Y que designaba a un tipo de queso fresco, requesón o cuajada. O sea que el asunto del nombre, que había empezado bien, empezaba a  vulgarizarse.
Incluso el gran Goethe la había utilizado, en forma algo equívoca, en uno de los versos del Fausto "Der kleine Gott... in jeden Quark begräbt er seine Nase" (El diosecillo ... tiene que meter las narices en todas partes), como designando los rincones más remotos del mundo. A vulgarizarse y a multiplicarse.
De modo que, como la lingüística y láctea incursión germánica no sólo estropea la poética asociación de Gell-Mann, sino que no parece aportar nada, por mi parte la voy a dejar aquí. Por poco esclarecedora.
Pero claro, hay ocasiones en las que la exégesis le persigue a uno.
Grito y excremento de gaviota
Y así hay quienes piensan, entre ellos B. Hayes, que la palabra quark es, en realidad, la onomatopeya del grito de las gaviotas. Y Joyce, que hablaba correctamente el alemán, la emplea de hecho, para designar los excrementos de estas aves.
Tres de ellas es lo que ofrece a Muster Mark en su novela. Bueno, bueno. Lo que faltaba. Una cuarta pata para el banco y además escatológica.
Ahora sí que me planto.
Por si le interesa, mi particular opinión es que quark, signifique cuajada, grito o cagada, es un buen nombre para designar a la más elemental de las partículas que componen nuestra materia.
Un acertado término que asocia una visión científica y contemporánea de la materia, el ladrillo cósmico, con una divertida gastronómica y/o escatológica innovación literaria que arraigó pronto en el público.
Todo un alegre juego verbal, de provocadora intelectualidad y refrescante sorpresa.

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