martes, 20 de noviembre de 2012

Higgs, Bosón, Barcelona (VII)


(Continuación) Entre otras, ha denunciado “el absoluto y terrible abandono de la ciencia en España”. Ha recordado, además, que “España tiene que invertir más que otros países en el sector científico, por el total abandono que ha sufrido en el pasado”.

Y ha hecho una advertencia: “España necesita más ciencia, de lo contrario tendrá consecuencias para la economía. Necesita mantener la inversión en I+D para superar la crisis, porque esto sólo se conseguirá con profesionales de alta cualificación científica”.

En este sentido ha puesto el ejemplo reciente del gobierno de Reino Unido, que hace unos meses amenazó con retirar su contribución económica al CERN. Lo que, dado los resultados del pasado 4 de julio, hubiera supuesto un error.


Un craso error que no se llegó a producir, pero que muestra bien a las claras que en todas partes cuecen habas, y en algunos a calderadas. Según Higgs, éste es uno de los motivos que le hicieron aceptar la invitación de Barcelona, a pesar de su apretada agenda de compromisos.

El de lanzar un mensaje de apoyo a la ciencia en nuestro país, “abandonadita” como otras actividades culturales, por la drástica reducción de los presupuestos de los últimos tiempos. Corren malos tiempos para la lírica.

“He aceptado esta invitación a España porque me preocupan los recortes a la ciencia y quiero apoyar a sus investigadores”. Todo un detalle por su parte que agradecerle.

Pero no es esta razón científica, la única que le ha traído a España. Hay otra de carácter más personal, aunque no por ello menos loable. Tiene incluso un lado sentimental.

Según ha contado él mismo, uno de sus mejores amigos, que fue profesor de Ciencias Políticas en Edimburgo, era hijo del primer miembro de las Brigadas Internacionales que fue abatido en nuestra Guerra Civil, precisamente en la ciudad condal. Bien está el recuerdo a los muertos.

Sentimental y, ya lo hemos comentado, humilde. Y hablando de humildad, se me pasó contarles un par de curiosidades relacionadas con la teoría del bosón de Higgs, una, con sus comienzos y, otra, con su comprensión.

En algo más de un folio
La primera y más antañona tuvo lugar cuando, en 1964, formuló su hipótesis acerca de la existencia de esta partícula subatómica bosónica, que hoy lleva su nombre y da masa a todas las demás partículas.

La curiosidad viene de que lo hizo en un breve escrito, que apenas ocupaba poco más de un folio. Algo breve tratándose de lo que se trataba. Demasiado breve quizás.

Lo que unido a lo novedoso de su contenido, facilitó que fuera rechazado por su editor científico, a la primera de cambio. No siempre menos es más. Máxime si nos movemos en las fronteras del conocimiento, sea éste cual sea.

Pero casi todo tiene solución en esta vida. Higgs mandó una segunda versión más ampliada que, ésta sí, fue aceptada y publicada. Desde entonces bosón y físico han sido compañeros inseparables.

Una larga relación que hasta hace bien poco, ha tenido más sombras que luces, más penas que alegrías. Y es que no es nada fácil de explicar e interpretar, comprender y entender qué es el bosón de Higgs y el mecanismo de ruptura espontánea de simetría que sugiere su existencia.

Aunque él propone una analogía mecánica con un alfiler o un lápiz.

Imagine que logra colocar cualquiera de ellos en posición vertical apoyado sobre su punta y encima de una superficie rígida horizontal. Estará conmigo que no pasará mucho tiempo antes de que pierda su posición vertical, caiga y termine tumbado sobre la superficie.

Es lo natural y lógico y simple podríamos pensar. Sí. De acuerdo. Pero el asunto tiene más calado del que parece. (Continuará)


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