domingo, 23 de diciembre de 2012

¿Qué necesidad tienen las guindillas de picar?


Tras todo lo escrito creo que queda aclarado, espero que de forma más que meridiana, porqué existen en la naturaleza frutos con este sabor tan especial.

Las plantas generan frutos picantes como un mecanismo de defensa frente a sus depredadores. El seleccionado por ellas a lo largo de millones años, para su reproducción y supervivencia.

Un método natural que nada tiene que ver con nuestro, mayor o menor, gusto por este sabor.

Su función en la naturaleza no es, ni mucho menos, resultar agradable o sabroso. Más bien todo lo contrario. El picante es una auténtica arma anti-mamíferos.


Como otros mundos, el de las plantas no es, ni por asomo, un tranquilo y apacible paraíso. En realidad es un campo de batalla en el que sólo sobreviven los mejor preparados. Y para ello se valen de todo tipo de técnicas y tácticas.

La de nuestras guindillas es llenar sus frutos de un compuesto químico de sabor desagradable e, incluso, venenoso: la capsaicina, la molécula picante.

Y aclarado este asunto, visto desde el punto de vista de la guindilla, es un decir, me gustaría retomarlo desde el punto de vista humano, ¿por qué nos gusta el sabor picante?

¿Por qué nos gusta el sabor picante? 
Ya que hemos dado algunas razones, biopsicológica y genética, ahora abundaremos en una bioquímica.

Recientes estudios confirman la idea ya conocida de que el efecto placentero que produce el picante en muchas personas, se debe a la liberación natural de endorfinas.

Unos péptidos opioides endógenos que funcionan como neurotransmisores y que los vertebrados producen en la glándula pituitaria y el hipotálamo en diferentes momentos y situaciones.

Por ejemplo durante el ejercicio físico, la excitación, el orgasmo, el dolor, el enamoramiento, el consumo de alimentos picantes o el de chocolate.

Para que se haga una idea, por su efecto analgésico y de sensación de bienestar, las endorfinas están asemejadas a los opiáceos.

Pero claro, como bien nos dice el poeta, “...todo es cuestión de medida: un poco más, algo de menos”. Y nos confirma el científico, “Nada es veneno, todo es veneno. La diferencia está en la dosis”, los efectos de la capsaicina dependen de su concentración.

Aunque una dosis diluida puede llegar a producirnos una ligera ampolla, si la dilución es la adecuada, favorece en el cerebro un proceso que produce las citadas endorfinas y la agradable sensación que la acompaña.

Y aplicada directamente sobre la piel, puede saturar los receptores de la misma, volviéndola prácticamente insensible al dolor. Es decir, que se puede utilizar como analgésico en casos de, por ejemplo, lumbalgia.

Lo que abre una nueva vía de estudio.

El de las, más que posibles, propiedades salutíferas y medicamentales de las guindillas. O como pasar de la cocina a la farmacia y no morir en el intento.

Visto con esta perspectiva, lo que la selección natural desarrolló como una agresiva defensa, nosotros lo hemos convertido, no sólo, en un placer culinario, sino, en un remedio para nuestra salud.

¡Qué listo es el hombre!

Pero todo eso tendría que formar parte ya de otra entrega guindillera. La octava si no me fallan las cuentas, y quizás sean ya demasiadas. No sé. Me lo tengo que pensar.

Aunque hay tantas curiosidades a las que responder…

Ya veremos.


8 comentarios :

Anónimo dijo...

Ya pican, ya. Enhorabuena

Josell dijo...

Por cierto, tengo entendido que a las aves no le afecta, lo cual me parece lógico porque de alguna manera la planta debe esparcir sus semillas, y tal vez las aves le favorecen evolutivamente.

Que maravillosa es la Creación.

Anónimo dijo...

"El seleccionado por ellas a lo largo de millones años, para su reproducción y supervivencia."

Cómo que el seleccionado por ellas? Ellas no seleccionan nada, son los animales que no se las comen, pero sí se comen otras, los que hacen la selección.

Alejandro Muñoz Fernández dijo...

La planta produce guindillas picantes para asegurarse el éxito reproductivo evitando que se las coman los mamíferos, pero ahora se asegura que habrá humanos que la cultiven por su sabor, o sea, la guindilla es muy lista.

Alcco dijo...

Pues gracias a ese sabor ahora no sólo se cultiva en su natal México y otras partes de América, sino en todo el mundo... la capsaicina es su defensa? Más bien es su atractivo. La variedad de chiles es cada vez mayor y más cultivada, mientras otros frutos siguen viviendo en lo salvaje sin humanos que planten miles de hectáreas de ellos.

Anónimo dijo...

evolutivamente, el pimiento eligio ser un fruto carnoso y suculento para atraer a animales que dispersaran sus semillas, y ahora...?

Anónimo dijo...

Buenas. Interesante tu artículo.

Pero creo que hay un error de fondo: A las especies vegetales les "interesa" que sus frutos sean agradables. Dicho de otra manera: les interesa que los mamíferos, aves e insectos sientan atracción por sus frutos. Pues para las plantas supone un metodo de dispersión geográfica de sus semillas fundamental, que es la "Zoocoría". Tal es el caso de los insectos o aves polinizadoras.

Lo que intento decir es que la evolución marca un claro sentido hacia una mayor atracción de los frutos.

Anónimo dijo...

Las salvajes no se, pero las guindillas domésticas son picantes ( o dulces) porque nos gustan así, y los agricultores las llevan seleccionando y reproduciendo 8000 años.