martes, 1 de enero de 2013

Bond contra Beatles. Un punto de vista científico


No hay duda que el mundo del cine ha sido siempre una fuente de inspiración para la ciencia. Y mi héroe cinematográfico favorito no podía ser, precisamente, la excepción.

Y como de la certeza de ambas afirmaciones, hay ya buena prueba en la bloguera categoría de Ciencine, veamos qué puede añadir a la misma, nuestra temática actual.

El pretendido conflicto socio-cultural Bond-Beatles, enmarcado en la escena del champán de la película Goldfinger y contextualizado en la ya más que citada frase.


Hablando de la temperatura del champán 
Empiezo con la información que el irónico agente realiza sobre la temperatura a la que no se debe servir y beber la burbujeante bebida, “…a una temperatura superior a los cuatro grados centígrados, 4 ºC”.

Esta es la traducción al castellano más extendida y contiene, en mi opinión un par de errores. Uno de conversión matemática y otro de nomenclatura y simbología científica.

Con respecto al cálculo han de saber que en inglés original, la frase que sale de los labios de Bond es “the temperature of thirty-eight degrees Fahrenheit (38 ºF)”, es decir, a treinta y ocho grados Fahrenheit (38 ºF).

Como cualquier alumno de secundaria sabe, la conversión de unidades nos da, para ese nivel térmico de 38, una equivalencia a nuestra escala de 3,333333. Y no cuatro (4).

No obstante, podremos ponernos de acuerdo en que, más que de un error aritmético, se puede tratar de una licencia cinematográfica, perfectamente disculpable desde el punto de vista científico.

Lo que ya no es tan disculpable es el nombre de la escala utilizado en la traducción. Dice centígrado, cuando en realidad lo correcto sería Celsius, cuatro grados Celsius, 4 ºC. Bueno, en puridad 3,33 ºC.

Como seguro se habrá percatado, en el programa conversor se aprecian dos errores. Uno, de aproximación en la cifra decimal (anda por medio la regla del cinco) y, otro, de nomenclatura al utilizar el término centígrado en vez de Celsius.

No insisto en este punto, ya que ha sido enrocado en ¿Qué se dice grado centígrado o grado Celsius?, donde ustedes pueden ampliar información si así lo desean.

Y retomo la diferencia entre fenómenos corpuscular y ondulatorio, o lo que es lo mismo, entre interferencia y colisión, con la que acabábamos la entrada anterior.

Fenómenos corpuscular y ondulatorio: diferencias 
En física bachillera estudiamos que cuando dos cuerpos coinciden o se superponen en el espacio y el tiempo, es decir, colisionan, intercambian las magnitudes físicas cantidad de movimiento (p) y energía (E) y, en general, la dirección del movimiento de los cuerpos y sus características intrínsecas cambian después el choque.

Se trata de un fenómeno frecuente y familiar que podemos apreciar en multitud de ocasiones, sirva de ejemplo el juego de billar. El movimiento de las bolas después del choque es diferente del que llevaban antes. Para las bolas, nada es igual después de la colisión.

Pero, cuando esta coincidencia o superposición la realizan no cuerpos materiales, sino, lo que conocemos como ondas ¿qué ocurre entonces?

Para empezar ya sabemos que a esa coincidencia espacial y temporal de dos o más ondas se le denomina interferencia. Es decir, que los cuerpos chocan mientras que las ondas interfieren.

Pero la diferencia entre el comportamiento corpuscular y el ondulatorio no queda aquí.

Diferentes experimentos nos indican que, después de la interferencia, las ondas continúan propagándose de la misma forma que antes. Como si nunca se hubieran encontrado. Para las ondas, todo es igual después de la interferencia.

Puede resultar sorprendente pero es así. Un buen ejemplo, al alcance de la mano es la propagación del sonido.

En general, por el mero hecho de coincidir dos ondas en una región, no pierden ninguna de sus características. Ésta es una propiedad fundamental de las ondas, que caracteriza y diferencia al movimiento ondulatorio.

Piense en la considerable discrepancia que existe entre este hecho y el que sucede cuando dos objetos chocan, y desaparecen los movimientos originales por completo.

No hay duda de que la naturaleza es una caja de sorpresas.

Y hablando de sorpresa. Es esta misma hipótesis científica, la que empleo para desmontar el supuesto conflicto artístico entre Bond y Beatles. Es cierto que hubo una superposición o coincidencia espacial y temporal, pero interfirieron no colisionaron.

Una propuesta interpretativa y explicativa proveniente del campo de la ciencia, de la que me gustaría comentarles algo más, y que, para más inri, encuentra sustento en el tercero de los puntos de vista de los que les hablaba, el proveniente del mundo musical.


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