miércoles, 12 de junio de 2013

A. EINSTEIN: UNA BIOGRAFÍA. Madurez (VII)


De Barcelona a Madrid
El jueves 1 de marzo, el matrimonio Einstein partió en tren hacia Madrid. En esta ocasión sí hubo, y muy importante, comité de recepción. Estaba constituido por autoridades políticas, científicas, económicas y, natural, amigos.

Serían diez días en la capital de España cargados de una actividad frenética.

Ante el “todo Madrid”, el día 3, sábado, daba su primera conferencia. Asistieron A. Maura, ministros, aristócratas y, como no, hombres de ciencia.

Un público heterogéneo para una Universidad demasiado homogénea.


El domingo 4, por la tarde, el rey Alfonso XIII, presidía una sesión en la Academia de Ciencias, entre cuyos asistentes se encontraban E. Torroja (1899-1961) y L. Torres Quevedo (1852-1936), y en la que Cabrera y Einstein mantuvieron un cariñoso combate de esgrima dialéctica sobre la relatividad.

El aprecio por Cabrera quedó patente en las palabras de Einstein.

Blas Cabrera publicaría en ese mismo año su obra ‘Principio de Relatividad’, bajo el patrocinio de la Residencia de Estudiantes, convirtiéndose en uno de los principales introductores de la Relatividad en España.


Con Santiago Ramón y Cajal
El lunes 5 tuvo lugar una nueva sesión, esta vez en la Sociedad de Matemáticas, tras la cual Einstein fue a visitar a Santiago Ramón y Cajal (1852-1934) que estaba enfermo en cama. En su más que lacónico diario escribió: “un viejo maravilloso”.

Nuestro Premio Nobel superaría su dolencia, pues no falleció hasta el 17 de octubre de 1934.

Por la tarde dio una nueva conferencia (la segunda madrileña) que estuvo cargada de humor. Ocurría que, a veces, Einstein no pronunciaba bien alguna palabra en español o bien se le atragantaba una expresión, lo que provocaba las sonrisas de los asistentes.

Otras veces, al no encontrar el término correcto en francés lo decía en alemán, para que a su vez alguien del público lo tradujera de manera espontánea al español.

De visita en Toledo
Por petición propia, el martes 6, el matrimonio viajó a Toledo. Les acompañaron entre otros J. Ortega y Gasset y M. de Cossío. Quedaron encantados con la ciudad y sus sinagogas, en especial con la de Santa María la Blanca.

Según las notas de prensa, se maravillaron ante ‘El entierro del conde de Orgaz’, eran reconocidos por las calles y el público se arremolinaba para saludarle.

De nuevo su diario: “Uno de los días más hermosos de mi vida. Toledo es un cuento de hadas. Pequeño jardín con vista cerca de la sinagoga. Magnífica pintura del Greco en una pequeña iglesia (entierro de un noble) entre las cosas más profundas que vi”.


Recepción Real
El rey Alfonso XIII y la reina María Cristina recibieron al matrimonio en palacio, el miércoles 7 de marzo. En su diario, el sabio anota que la reina estaba, relativamente, al tanto de la ciencia y que el rey se mostraba “sencillo y compuesto. Le admiré como tal”.

Por la tarde dio su tercera conferencia. Y, a pesar de que se había advertido que en ella se tratarían temas de profundidad físico-matemáticas, fue enorme el gentío que se presentó en el salón de la Sociedad Matemática de Madrid para asistir a la conferencia.

Es probable que fuera la que más agradó a Einstein por el alto nivel que demostraron sus interlocutores. Entre ellos el ingeniero Emilio Herrera (1879-1967), que moderó la sesión como Vicepresidente de la Sociedad, a la vez que intervino como un participante más.

Sin duda, a comienzos de la década de los veinte, los matemáticos españoles estaban familiarizados con los problemas relacionados con las teorías de la Relatividad Especial y General, aunque no todos estuvieran de acuerdo con ellas.

Entre los disconformes destacó el físico Julio Palacios (1891-1970), profesor de la Complutense y un heterodoxo toda su vida en cuestiones relativistas. Una postura científica que, si bien no llegó a oscurecer su carrera científica, sí la ensombreció.

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