jueves, 18 de julio de 2013

En verano hace (más) calor porque estamos (más) cerca del Sol (y 2)


(Continuación) Creo por ahí pueden ir y transmitirse los tiros del error. Digo transmitirse porque, por desgracia, se trata de error gráfico que se sigue repitiendo en los textos escolares, tanto primarios, como secundarios e, incluso, universitarios.

Una consecuencia del ‘corta y pega’ tan frecuente en el mundo editorial, cuando se realiza sin un mínimo de sentido crítico. Hasta aquí mi opinión.

Pero les adelantaba dos fuentes de errores de apreciación.

La segunda guarda relación también con la medida, como no puede ser de otra forma hablando de ciencia, pero ésta es más empírica y desconcertante.

Midiendo el disco solar
Resulta que, nosotros mismos, podemos averiguar si es cierto que en verano estamos más cerca del Sol que en invierno. Sólo necesitaremos armarnos de una cámara fotográfica y algo de paciencia.

Bastará con que tomemos una fotografía del disco solar en el mes de enero, dejemos pasar unos meses, y tomemos otra en el mes de julio. Y ahora comparemos su tamaño. Si así lo hace, podrá comprobar que el diámetro del disco solar correspondiente al primer mes del año es, sólo, ligeramente mayor que el del séptimo.

Y no. No ha leído mal, ni yo me he equivocado al escribirlo. Es el valor de las pruebas.

No sólo la diferencia de tamaño entre ambas posiciones es mínima y, por tanto, insuficiente para explicar las diferencias térmicas, desde el punto de vista cuantitativo, entre verano e invierno. Sino que, en invierno, el disco solar es mayor. O lo que es lo mismo, estamos más cerca del Sol, pero hace más frío.

Y viceversa. En verano el disco solar es menor, lo que significa que estamos más lejos del Sol, aunque es cuando hace más calor.

Lo que, estarán conmigo, resulta desconcertante.

No sólo, y en contra de lo que supone la creencia popular, no es cierto que en verano haga más calor porque estemos más cerca del Sol, sino que es justo todo lo contrario.

En nuestro hemisferio norte la Tierra alcanza su perihelio, punto más cercano al Sol en su órbita, a comienzos de enero, o sea invierno; y su afelio, punto más alejado, a comienzos de julio, o sea verano ¿Cómo es esto posible?

¿Cómo es esto posible?
Pues muy sencillo. A la fuerza dicen que ahorcan. Nuestra apreciación está equivocada. La distancia al Sol no es el factor que determina que estemos en verano o en invierno.

La respuesta no está en el movimiento de traslación que la Tierra realiza alrededor de nuestra estrella. Necesitamos de una segunda respuesta a la cuestión de, ¿Por qué hace calor en verano?

Por otra parte, y para más inri no debemos olvidarnos de una irritante cuestión a la que no hemos dado respuesta aún. La planteamos al comienzo de esta serie, cuando negamos la mayor de la afirmación titular.

¿Cómo es posible que sea a la vez, de forma simultánea, verano en el hemisferio norte e invierno en el sur?

A más de uno le ha epatado pensar que, a la vez que aquí nos estamos bañando en la playa, por ejemplo, en Argentina esté nevando. O que la celebración de la Navidad en Sudamérica tenga lugar en pleno verano. Quieras que no la idea resulta chocante.

De ahí que la traiga a colación. Porque ambas cuestiones tienen una única respuesta. De modo que mataremos dos pájaros de un tiro. Un asunto de economía de recursos. Ya me conocen. No es que sea tacaño, pero me gusta rentabilizar mis recursos.

La respuesta está relacionada con la inclinación del eje con la que nuestro planeta gira sobre sí mismo, lo que conocemos como movimiento de rotación.


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