martes, 15 de octubre de 2013

El mito de la luna partera visto de cerca


(Continuación) De una de las últimas encuestas realizadas en España, entre personas con diverso nivel de estudios, se deduce que el sesenta y cinco por ciento (65%) cree que es cierto que hay más nacimientos con Luna llena, mientras que un 35% cree que ésta no afecta en absoluto.

Es decir, dos tercios de la población española se muestra crédula al respecto. Un porcentaje que es alto y no dice nada bueno de nuestro nivel cultural. Pero esto no es lo peor.

Ha de saber que entre estas personas las hay sin formación específica alguna. Lo que no les impide afirmar que el mito es cierto, y hacerlo sin haber visto ni un solo dato, haber interpretado una gráfica o leído un estudio científico que lo avale.

Vamos lo que se dice nada de nada. Para ellos el mito es una más de esas afirmaciones que todo el mundo sabe y, por tanto, tiene que ser verdad. Ya saben. Cuando todo el mundo lo dice por algo será.

No es que piense que esté bien, pero hasta cierto punto esta postura personal tiene un pase. No son más que casos y anécdotas de particulares, credulidades y opiniones sin más trascendencia ni relevancia científica.

Opiniones e informes
Pero también están las propias personas implicadas en el parto. Desde las mismas gestantes inducidas, hasta las comadronas y enfermeros convencidos de la influencia lunar. Pasando, esto es lo más peor, por los propios médicos.

Y estos ya no son particulares, ni lo que dicen o escriben son simples opiniones. Muchas personas las toman como informes dignos de ser creídos, ya que los emite un licenciado en medicina. A los que se les supone una formación científica.

Lo que no es el caso. Ellos no son científicos de investigación.

Ya que se trata de profesionales universitarios convencidos, a pesar de sus estudios superiores en medicina, no sólo de que la Luna llena afecta en la fecha del parto, sino que aducen como prueba su propia experiencia y la justifican además, basándose en el efecto marea por ponerles un ejemplo.

Es decir, estamos ante una falacia impropia de su posición social y nivel académico. Una que demuestra, entre otras: que ignoran la diferencia que existe entre evidencia y prueba o que una suma de subjetividades no conforma una objetividad.

Y por supuesto que no aprendieron de forma significativa, los más mínimos conocimientos mecánico-gravitatorios y matemáticos estudiados en el bachiller con dieciséis años.

Impropia les decía, de lo más impropia les digo ahora, pero no única.

“Efecto Transilvania”
Numerosos estudios han corroborado este mismo hecho entre otros profesionales como policías, bomberos, empleados de urgencias, etcétera. Y con otros sucedidos como suicidios, llamadas a los centros de crisis, desastres, comportamientos violentos, etcétera.

Se estima que hasta un 50% de estos profesionales están convencidos de que, en las noches de luna llena, las incidencias se multiplican en sus dependencias.

Se le conoce como “efecto Transilvania” y, supuestamente, para ellos la Luna llena anda por medio.

Lo que tampoco es que esté muy claro. Parece que la Luna nueva tiene también su tirón partero.

Entre plenilunio y novilunio
Por otro lado, al analizar de cerca el mito, hay un aspecto que llama la atención. Sucede que entre los crédulos luneros no todos piensan igual, no existiendo por ende un consenso sobre la fase lunar que provoca el parto.

Mientras para unos nacen más niños (“sin lugar a dudas”) en la fase de plenilunio, para otros esto ocurre (“está más que demostrado”) en el cambio de Luna. No en una sino entre ellas, solo que no especifican cuál.

O sea que planteado así, alguno no tendrá más remedio que acertar aunque solo sea por una cuestión de probabilidad. O sea.

Además esta relación con el plenilunio es propia de nuestra sociedad occidental. Otras culturas piensan lo mismo solo que de la Luna nueva, el novilunio. Es a ella a la que responsabilizan de todo. No a la llena.

¿Entonces cuál es la cierta? No lo pueden ser las dos a la vez, comprenderán que es una cuestión de exclusión. De forma que en esa estamos, esa es la cuestión. Credulidad frente a credulidad.

No, este mito no tiene tan buena pinta como parecía. (Continuará).


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