jueves, 12 de diciembre de 2013

Vencejos y Torre de los Remedios de Sevilla (y 2)


(Continuación) Sorprendentemente la empresa constructora aceptó la idea. Era la primera vez que una empresa de este tipo se preocupaba por un tema de conservación de la Naturaleza.

Y quizás, la primera actuación ecológica de la ciudad.

Un hecho a destacar, el de la importancia de la colonia vencejera, como lo prueba que el propio Félix Rodriguez de la Fuente, naturalista y divulgador ambientalista español (1928-1980), pensara hacer un reportaje para televisión sobre esta colonia.

Por desgracia, el fatal accidente de aviación del 14 de marzo de 1980 lo impidió. Sin duda el tiempo pasa y el final del verano va llegando.

Los vencejos y el final del verano
Los que saben de estas aves cuentan que son animales de hábito monogámico y que tienen un solo periodo de reproducción anual. Es cuando únicamente se posan.

Una sola puesta de dos o tres huevos, que son incubados durante unos veinte (20) días. Tras la eclosión, las crías tardarán entre uno y dos meses en abandonar el nido.

Un tiempo en el que son alimentados por sus padres, que pueden ausentarse en busca de comida hasta cuatro o más días.

Entonces los juveniles vencejos entran en un letargo. Reducen el ritmo cardiaco de 90 a 20 latidos por minuto y la temperatura corporal de 36-39°C a cerca de 20°C. Un mecanismo evolutivo de supervivencia.

Así hasta que un día el joven vencejo abandona el nido. Y entonces lo hace para no volver nunca más. De forma definitiva. Ahora le toca volar a él. Y a fuer que lo hace.

Estos animales pueden vivir más de veinte (20) años, pero siempre sometidos a un frenético estrés. Nunca paran. Como la vida misma.

Su madurez reproductiva la alcanzan con dos años y se aparean para toda la vida. Unas aves valientes los vencejos, de las que aún se desconocen muchos detalles.

El motivo, su inusual hábito aéreo. Su continuo aleteo.

Creo que fue Dickens el que escribió que el verano no sería lo mismo sin el canto de los grillos. Bueno pues aquí, en Sevilla, tampoco sin los vencejos, los grillos del cielo, sería lo mismo.

Porque si bien a los grillos se les oye de noche aunque canten todo el día, a los vencejos se les oye mejor a primera hora de la mañana, aunque también lo hagan todo el día.

Cuando unos se apagan, los vencejos, otros se encienden, los grillos, los vencejos del suelo.

Otoño y vencejos
Que también terminan por apagarse, no en vano estamos en otoño. Tan pronto se pasa el verano. Y es que una estación dura, lo que tarda en llegar la siguiente. Una inevitable ley del universo.

Estación meteorológica y animales voladores. De ellos está dicho ya, buena parte de lo que pretendo. De ella, tan solo apuntarle aquí que la llevamos ya medio recorrida.

Empezaba el domingo 22 de septiembre a las 22 h 44 min, hora oficial peninsular, una hora menos en Canarias, y finalizará el 21 de diciembre con el solsticio de invierno, por lo que este otoño durará 89 días y 20 horas.

Y con él los vencejos se han marchado a sus cuarteles de invierno. Ya no los veo desde mi ático. Los vencejos de mi calle, de mi barrio, de la torre de los pájaros de Sevilla.

Pero volverán. Los ornitólogos nos dicen que llegan con la primavera y se marchan con el otoño, porque son aves migratorias. Aunque aquí algunos piensan que lo hacen porque son pájaros capillitas y taurinos.

Entre ellos el maestro Antonio Burgos, que ha escrito: “Vencejos del atardecer: sabed que hay una ciudad que os espera para tener la certeza de que es ella misma”.

Sevilla. Donde lo efímero es eterno. Lo igual es diferente. Y lo distinto es idéntico. En Sevilla, donde habite el olvido. Poesía en movimiento.


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