jueves, 6 de marzo de 2014

Los delfines, unos animales sorprendentes (1)


Y tal como acabé la entrada anterior comienzo ésta, aportándoles nuevos y extraordinarios datos sobre estos cetáceos.

Amigos para siempre
Por ejemplo han de saber que la mayoría de los delfines tienen, como los humanos, un mejor amigo a lo largo de su vida.

Es el que le ayuda en los momentos de peligro, el que le apoya cuando está dando a luz e, incluso después, el que hace las veces de padrino o madrina de sus crías.

Asimismo pueden recordar a antiguos compañeros de grupo y sus silbidos característicos, incluso tras dos décadas sin haberse visto. Su lenguaje está compuesto de silbidos y clics, que realizan abriendo o cerrando los espiráculos, los mismos agujeros por los que respiran.

Y no son estos los únicos recursos y medios que emplean para comunicarse.

También a través del espiráculo crean burbujas con las que, amén de jugar, pueden mostrar diferentes estados de ánimo como el enfado o la alegría. Lo hacen en función del tamaño con las que las fabrican.

Y, por si esto fuera poco, muestran además una curiosa conducta.

Los delfines suelen recoger conchas y pequeñas piedras que regalan a sus compañeros. Se trata de una pauta de comportamiento para la que los científicos, aún, no han encontrado explicación.

Gregarios, juguetones y deportistas
Sobre todo cuando son jóvenes los delfines se desplazan en grupos, como lo hace cualquier pandilla de adolescentes, de cualquier especie animal.

Entre ellos se retan, arman jaleo por donde van y, naturalmente, llegado el momento rondan a las hembras. La inexorable llamada de la naturaleza que no se puede desatender.

Los delfines están considerados como unos extraordinarios surfistas, y pueden alcanzar una velocidad de desplazamiento de casi sesenta kilómetros por hora (70 km/h). Una rapidez que unida a su especial anatomía les permiten dar saltos sobre la superficie del agua de, hasta, cuatro metros y medios (4,5 m).

Un movimiento que realizan no sólo para alardear sino, también, para ver lo que tienen por delante.

Otras curiosidades “delfinenses”
A pesar de que es un error muy extendido, los delfines no son peces sino mamíferos acuáticos, pertenecientes al orden de los cetáceos.

Y como las ballenas y las marsopas, viven en el agua pero respiran en el aire, siendo animales de sangre caliente. De ahí su singular forma de desplazarse, ya que tienen que salir a la superficie para respirar.

Un acto el de la respiración que, en el caso de los delfines, es voluntario y no reflejo como en los humanos. Una singularidad nerviosa.

Ya les dije que eran unos animales coquetos y pulcros. Ahora les aporto la prueba.

Gustan de exfoliarse su piel contra los corales, para mantenerla limpia y reluciente. Una piel que suelen reemplazar aproximadamente cada dos horas (2 h), y que les ayuda a desplazarse con mayor rapidez.

Como buena prueba, de que no siempre se comportan como animales dulces y pacíficos, es el hecho de haber visto a ciertos grupos de delfines, golpeando a mazorcas hasta matarlas y violando a las hembras.

Un comportamiento violento que nunca han mostrado hacia los humanos. (Continuará)




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