lunes, 9 de junio de 2014

La tortuga que sostiene el mundo


(Continuación) Darwin, junto a Galileo, Newton y Einstein, es uno de los científicos más influyentes y conocidos de todos los tiempos. No sólo cambió el curso de la ciencia, sino que además revolucionó la historia de la humanidad.

Y de una tortuga real con implicaciones biológicas, a otra mítica con connotaciones cosmológicas. La suya es una historia cuyos orígenes no sólo son múltiples sino que, algunos de ellos se pierden en la noche de los tiempos.

Por no cansarles les pongo en contexto, contándoles la versión más conocida. Aparece en 1988, de la mano del físico inglés Stephen Hawking (1942), y lo hace en su libro Una historia del tiempo, que comienza su 'Capítulo 1: Nuestra imagen del Universo', así:


Un conocido científico (algunos dicen que fue Bertrand Russell) daba una vez una conferencia sobre astronomía. En ella describía cómo la Tierra giraba alrededor del Sol y cómo éste, a su vez, giraba alrededor del centro de una vasta colección de estrellas llamada nuestra galaxia.

Al final de la charla, una simpática señora ya de edad se levantó y le dijo desde el fondo de la sala: “Lo que nos ha contado usted no son más que tonterías. El mundo es en realidad una plataforma plana sustentada por el caparazón de una tortuga gigante”.

El científico sonrió ampliamente antes de replicarle: “¿Y en qué se apoya la tortuga?”. “Usted es muy inteligente”, dijo la señora, “Pero hay infinitas tortugas una debajo de otra”.


Como pueden ver se trata de una metáfora, la de las tortugas ad infinitum, que representa una visión popular de un mito cosmológico primitivo. El de una Tierra plana apoyada en la espalda de una tortuga.

Un animal que, al entender de algunos, es lo suficientemente longevo y resistente, como para cargar con el mundo él solo, y por los tiempos de los tiempos.

El propio Hawking popularizó la anécdota de la charla –que no debemos obviar pues se trata de un enjudioso problema de regresión infinita, en este caso en el campo de la cosmología-, con un frase jocosa: ‘turtles all the way down’ y que podríamos traducir como “tortugas hasta abajo del todo”.

Addenda
Bueno pues hasta aquí pensaba llegar y no más.

Algo de literatura, un poco de biología y una pizca de cosmología, o sea humanidades, lo que está bien por lo que corto. Que ya saben que tiendo a la dispersión, y con la edad el defecto no hace otra cosa que agravarse.

Hasta aquí les decía, nos ha llevado el grupo Vetusta Morla sólo con su nombre y que, ahora caigo, no les he dicho comenzó su andadura musical en el instituto José Luis Sampedro, de la localidad madrileña de Tres Cantos.

Un plus añadido de emotividad para mí, tanto por la institución docente como por el nombre que lleva. Perdonen la propia referencia..

Pero no sólo por el nombre merece ser enrocado este grupo. Bicheando por ahí, he encontrado una de sus canciones con un título prometedor: nada menos que ‘La cuadratura del círculo’.

Ya saben, ese problema matemático sin solución en geometría y consistente en hallar, sólo con regla y compás, un cuadrado que posea un área igual a la de un círculo dado.

Vamos, lo que en román paladino se conoce como que se puede “cuadrar” un círculo.

De hecho tenemos tan oído lo de “la cuadratura del círculo”, que como frase ha pasado a formar parte de nuestro lenguaje habitual, y lo utilizamos para enfatizar la imposibilidad de algo.

Pero, claro, ¿es así, o tiene trampa lo que les he dicho? ¿Se trata en realidad, de una de esas escasas imposibilidades de este mundo?

¿Ven cómo se me ha agravado lo de la dispersión?




1 comentario :

Claudia Constanza. Pinzón Romero dijo...

Gracias. Recordaba la anécdota de las tortugas, pero me encantó la manera de narrarla