martes, 24 de junio de 2014

Rachel Carson (y 2)


(Continuación) Muy pocos sabían que, a la par que escribía el libro y participaba en el debate que siguió a su publicación, Rachel libraba otra batalla. Ésta por desgracia era contra una causa perdida. Un cáncer incurable de mama.

Murió enseguida, con tan solo cincuenta y seis (56) años.

Por desgracia antes de poder ver el cambio que su libro, llegó a producir en la conciencia de la gente y en la legislación pública. ‘Primavera silenciosa’, todo un clásico ya de la literatura ambiental.

“Ahora puedo creer que he ayudado por lo menos un poco”
Con esta modestia escribía a una amiga, a finales de 1962. Quizás intuía lo que vendría. En 1970, el Congreso creó la Agencia de Protección Ambiental, un resultado directo del movimiento ambiental provocado por su libro.

Dos años después, en 1972, el gobierno prohibía el uso del DDT. En 1992 un grupo de experto declaraba ‘Primavera silenciosa’ como el libro que más influyó en los pensamientos y actos de la humanidad, durante el siglo XX.

Y ya en el siglo XXI, la revista ‘Time’ situó a la Carson entre las 100 personalidades más influyentes del pasado siglo. Sin duda un ejemplo convincente del poder de un individuo para producir un cambio. Un legado perdurable.

Esta mujer callada y tímida fue pionera de la puesta en marcha de la moderna conciencia ambiental. Con su libro divulgó e impulsó lo que en la actualidad conocemos como movimiento ecologista.

Claros y oscuros
Una influencia social cuya importancia no proviene tanto del rigor científico de sus investigaciones, como de lo oportuno de su publicación, lo efectista de su presentación y la sencillez y elegancia de la prosa empleada.

Si bien la obra no tiene errores de bulto, mirada con cierto detalle sí adolece de ciertos errores de método.

Por ejemplo, la Carson traslada al texto sus dramáticas inquietudes personales acerca del DDT y las generaliza, de forma poco convincente, para el resto de los pesticidas.

También minimiza los beneficios reales de los pesticidas, que aseguran el abastecimiento abundante de alimentos a costos razonables.

O no comenta el hecho de que, la prohibición del uso del DDT dio lugar a una recuperación de las elevadas tasas de morbilidad por malaria, anteriores a su introducción.

Pero mirada con más detalle contiene una gran verdad.

La creciente dependencia que estaban desarrollando los humanos a ciertos productos químicos, algunos de ellos letales y que empezaban a acarrear unos costos ambientales, que no eran del todo aún conocidos.

Un uso que amenazaba la salud del entorno y de los seres humanos que allí vivían.

Un legado perdurable
Y ése es el mensaje, difundido y aceptable, que capta la gente.

Difundido, por la ligereza científica del mismo.

La obra de Rachel es la de una militante que defiende una idea, no la de una científica que sustenta una teoría. Una idea poderosa, planteada de forma pacífica, que produce una transformación en la sociedad.

Y facilitado, por el talante del escrito.

No está planteado de forma extremista, en defensa de un utópico paraíso natural libre de sustancias químicas. Más bien es una súplica convincente para que se usen las sustancias químicas de forma ponderada, selectiva e inteligente.


Un mensaje de moderación.






2 comentarios :

Dionisio Ruiperez dijo...

Podría ampliar informacion sobre el DDT?

Anónimo dijo...

A qué se refiere al insecticida o al tebeo