jueves, 4 de septiembre de 2014

¿Cuántas tormentas geomagnéticas hemos sufrido?


Como ya hemos comentado, en ocasiones, la radiación solar traspasa ese escudo protector cósmico que para la Tierra es la magnetosfera, y lo hace con la potencia suficiente como para causar daños en los sistemas electromagnéticos humanos.

Al fenómeno lo conocemos como tormenta geomagnética y pueden afectar a los sistemas de telecomunicaciones y de suministro eléctrico de un país. Les traigo una terna de ellas.

Tres tormentas geomagnéticas, tres
De las que no podemos decir, lo que se decía de la hijas de Elena, ¿recuerdan?, “Tres eran tres la hijas de Elena, tres eran tres y ninguna era buena”. No, no es exactamente así.

La primera ocurrió a mediados del siglo XIX, en concreto en 1859, hace ahora ciento cincuenta y cinco (155) años. Se registró la que está considerada como la tormenta geomagnética más grave de la que tenemos constancia.

Dejó fuera de servicio nada menos que a todo el sistema mundial de telégrafos. Un sucedido ya grave en sí mismo, pero que adquiere mayor relevancia si consideramos que la telegrafía era, el único modo de comunicación en aquella época.

Ciento treinta (130) años después, en 1989, a finales del pasado siglo XX, una fuerte tormenta geomagnética provocó un apagón en la provincia de Quebec (Canadá). De hecho fue un gran apagón, pues dejó sin corriente eléctrica a seis millones (6 000 000) de usuarios.

Una cantidad a considerar, tratándose de Canadá, que ocurrió hace tan solo veinticinco (25) años. De ahí que en este país, a partir de entonces, se tomaran medidas para mejorar la red eléctrica.

En la actualidad el sistema está diseñado de modo que, si se produce por la circunstancia que sea un fallo en un lugar, éste pueda aislarse y no afectar a una zona muy amplia. Una desgraciada experiencia la canadiense, de la que también han aprendido otros países.

No sólo han invertido recursos para mejorar sus sistemas eléctricos sino que, incluso, están en la línea de intentar prevenir los efectos de una tormenta magnética antes de que ocurra.

Para ello, los científicos de las agencias espaciales siguen de forma permanente la actividad solar, mediante los datos que recaban distintos dispositivos (sondas y observatorios espaciales como el SOHO, satélites artificiales, etcétera).

Ya saben, más vale prevenir...

Por cierto que la tormenta de Canadá dio lugar también a una aurora boreal, que llegó a ser vista en latitudes tan bajas como Florida (EEUU) y Cuba. O sea que bien.

No obstante, y a favor de estos sucedidos del espacio, hay que decir que hasta ahora, son muy poco frecuentes y apenas suponen un riesgo para las personas. Como mucho, y a modo de medida precautoria, en algunas ocasiones se han desviado rutas aéreas en regiones cercanas a los polos.

Y poco más.

Es lo que sucedió con la tercera de las tormentas geomagnéticas. Tuvo lugar hace tan solo cinco (5) meses, el pasado 8 de abril, y como suele ocurrir en la mayoría de las ocasiones, no tuvo consecuencias negativas para la Tierra.

Misión Swarm
Una tormenta que fue registrada por los tres satélites idénticos que forman parte de la Misión Swarm, de la Agencia Espacial Europea (ESA), destinados a recoger cualquier tipo de señales electromagnéticas, provengan de dónde provengan.

Lanzada el pasado 22 de noviembre de 2013 desde el Cosmódromo de Plesetsk, en Rusia, se trata de una ambiciosa misión de observación espacial, encaminada a medir los cambios que se están produciendo en el campo magnético terrestre, para así entender mejor su origen y funcionamiento.

Aunque nos consta que hace unos dos mil (2000) años, los chinos inventaron la brújula, prueba de que el hombre ya se adentraba en el conocimiento del magnetismo, lo cierto es que sobre el origen y evolución del terráqueo, aún quedan preguntas por responder.

De los tres satélites que les he dicho conforman esta misión Swarm, uno orbita a quinientos treinta kilómetros (530 km) de altura y los otros dos lo hacen a cuatrocientos sesenta kilómetros (460 km).

No confundir estos valores con los de su radio orbital.


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