jueves, 18 de septiembre de 2014

¿Septiembre o setiembre? ¿La calor o el calor? (y 2)


(Continuación) Es correcto decir “ha llegado el calor” o “hace mucho calor” como también lo es “ha llegado la calor” o “hace mucha calor”. Ahora bien, y según el docto saber y entender de algunos, con el uso del género femenino queda usted como menos culto, o sea, más vulgar.

Así que usted sabrá lo que hace.

Calor, palabra ambigua
En realidad, la palabra calor es un sustantivo de género ambiguo o dudoso.

Uno de esos que pueden usarse indistintamente como masculinos o femeninos, para designar a una misma entidad, en general inanimada.

Uno de esos que generan confusión y de los que es muy difícil determinar cuál es el correcto y cuál no. Y es que su género no viene definido por sí mismo -se escriben igual tanto para el masculino como el femenino- sino y, sobre todo, por el artículo que lo antecede.

Luego se pueden escribir en femenino o en masculino sin caer en un error gramatical.

Con frecuencia, en los nombres ambiguos, el diferente género del artículo, ‘el’ o ‘la’, no comporta una diferencia de significado.

Es decir no se produce un cambio en su lexema; son ejemplos de lo que les digo: el sartén / la sartén, el mar / la mar, el azúcar / la azúcar, el maratón / la maratón, el interrogante / la interrogante, el puente / la puente, el calor / la calor/, etcétera.

Son por tanto invariables, y a esta relación de identidad o semejanza de significados se la conoce como sinonimia.

Los expertos en la ciencia de la Ortografía opinan que la elección del género para esta palabra depende en realidad de variables como: la época que se trate, la clase social del hablante, su formación intelectual, el lugar geográfico donde viva, la profesión que ejerza, etcétera.

Diferentes factores que afectan al género gramatical y del que vamos a seleccionar uno, el del lugar geográfico. Lo escojo porque en Sevilla y en Andalucía por extensión, para la voz calor, no sólo solemos usar ambos géneros sino que, además, empleamos los dos números gramaticales, singular y plural y, por si fuera poco, los combinamos.

Lo que no implica que signifiquen lo mismo. El calor no es igual que la calor, como las calores no son lo mismo que los calores, ni muchísimo menos. Al menos aquí en Sevilla y buena parte de Andalucía. Lo llaman sabiduría popular.

Así que marchando una nueva entrada que llamaré, claro: El calor, la calor, los calores y las calores ¿Cómo si no?

No me digan que el tema no está dando de sí. Y eso que no siquiera le hemos metido mano al calor, desde una ciencia empírica como la Física, en su apartado Energética y más en concreto en Termodinámica.

De hecho no les he comentado una terna de acepciones que el mismo DRAE tiene y que nos vienen que ni pintadas para los intereses de estas entradas.

Al menos, y de menor a mayor interés científico, se las expongo:

- Sensación que se experimenta ante una temperatura elevada.

- Propiedad del ambiente y de determinados cuerpos de producir dicha sensación.

- Energía que pasa de un cuerpo a otro y es causa de que se equilibren sus temperaturas.






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