lunes, 6 de octubre de 2014

Tatuaje, sudor y electricidad (y 2)


(Continuación) Se trata de un método indirecto e intrusivo, ya que se hace a través del análisis de muestras de sangre, que deben ser tomadas durante diversas fases del entrenamiento. Algo que no ocurriría con el parche-tatuaje y su sensor, que lo haría de forma directa y no invasiva.

El sensor del tatuaje contiene una sustancia bioquímica (enzima) que capta electrones (e-) del lactato, generando una débil corriente eléctrica continua (c.c.). Directo y sin molestar al organismo, perfecto.

Dos ventajas a tener muy en cuenta, desde el punto de vista manipulativo.

Una ventajosa forma de actuar que ha propiciado una nueva aplicación, no ya deportiva sino salutífera. Gracias a esa débil corriente eléctrica continua los médicos podrán, a partir de los resultados obtenidos, detectar enfermedades de los pulmones o el corazón.

Otra ventaja más que dejo aquí, por escapar delos intereses originales de la entrada.

Pero no queda la cosa ahí. Hay algo más. El hombre ha conseguido que el tatuaje funcione como una batería biológica. Sí, una biobatería más sólo que, en esta ocasión, va en un tatuaje y convierte sudor en electricidad.

Biobatería tatuada
Y que se carga con la energía de la corriente eléctrica producida por el sudor. Un paso más que es posible por la enzima que existe en el sensor, capaz de retirar electrones del ácido láctico, generando así una pequeña corriente eléctrica continua.

Una corriente que, por ahora y en el mejor de los casos, tan solo produce unos setenta microvatios por centímetro cuadrado (70 µW/cm2) de piel. Lo que es poco aún.

Pero el caso es que los investigadores, ya han integrado una biobatería al tatuaje. Su ánodo contiene a la enzima que toma los electrones del ácido láctico, y el cátodo posee una molécula que acepta esos electrones. Et voilà.

Aunque los prototipos existentes están lejos de ser eficientes desde el punto de vista cuantitativo, desde el cualitativo, lo cierto es que este tatuaje temporal aporta beneficios a las biobaterías en general.

Resulta que, no sólo se recargan a mayor velocidad, sino que son mucho más seguras que las tradicionales, al no contener materiales tóxicos o con tendencia a explotar bajo ciertas condiciones, recordemos la batería de litio.

Por otro lado, es una pequeña pega y ya desde el campo de la estética, no parece que el diseño del tatuaje vaya a ser de lo más estiloso, a las pruebas me remito.

Pero dado que el sudor entra también en contacto con la prenda, un revestimiento interno de la misma, con las características tecnológicas del tatuaje, podrían paliar este asunto.

Y para acabar un detalle curioso, al menos de entrada. Resulta que en un estudio realizado con quince (15) voluntarios, que probaron el tatuaje mientras pedaleaban sobre una bicicleta estática, los que tenían peor condición física fueron los que generaron más energía.

Un resultado sorprendente. Si bien, una vez pensado, no lo es tanto. La explicación podría pasar por la idea de que estas personas, al tardar menos en cansarse, inician el proceso de la glucólisis antes, creando así más ácido láctico.

Recordar que la glucólisis o glicólisis es el fenómeno metabólico encargado de oxidar la glucosa obteniendo así energía para la célula.


En cualquier caso, a la biobatería tatuada, habrá que darle tiempo. Él dirá si el camino emprendido, en un futuro cercano, es el idóneo para cargar la batería de nuestros pequeños dispositivos.

Ya lo dijo alguien: "Sangre, sudor y lágrimas" ¿O no fue así?



1 comentario :

Anónimo dijo...

¿Qué sabe del nuevo método para producir electricidad moviendo la mandíbula?
Creo que completaría su trabajo sobre el sudor eléctrico.
Le felicito por el blog. Con rigor pero comprensible y variado.