martes, 14 de abril de 2015

"Sangre, sudor y lágrimas" (y 2)


(Continuación) Un conflicto que arranca cuando, a las 21:40 del 15 de febrero de 1898, una tremenda explosión iluminó el puerto de La Habana. El acorazado estadounidense Maine, atracado en el mismo, saltaba por los aires y se hundía con trescientos cincuenta y cinco (355) tripulantes

De los que murieron doscientos cincuenta y cuatro (254) marineros y tan solo dos (2) oficiales. Afortunadamente para la oficialidad, la mayoría de ella disfrutaba, justo a esas horas, de un baile dado en su honor, precisamente, por las autoridades españolas.

En fin, estas cosas pasan y ya saben lo que pienso de las casualidades. Por cierto, en España, este conflicto fue conocido como la Guerra de Cuba o el Desastre del 98, con razón.
Nota curiosa
Antes de iniciar las referencias vigésimas del pasado siglo, una nota curiosa.

Dado que Churchill no dejaba pasar ocasión para reivindicar la autoría de la frase, y por ende de su originalidad, no faltó quien le hizo caer en la cuenta de la existencia de algunas citas similares en la novela The Bostonians (1886) de Henry James.

En esta ocasión, ni corto ni perezoso, el estadista rechazó la posibilidad de plagio aduciendo que nunca había leído ese libro. Lo que no deja de sorprender pues fue escrito cuando él ya tenía doce (12) años. Y James era James.

Claro que menos justificación tiene con el precedente de Theodore Roosevelt.

Es más que imaginable que le resultara familiar la cita, no sólo porque Churchill fue Primer Lord del Almirantazgo (1911-1914), un cargo equivalente al que desempeñaba Roosevelt cuando la formuló.

Sino porque parece profesional que él o sus colaboradores, hubieran recurrido a las obras del estadounidense -de amplia difusión en ciertos medios, por su notable calidad en materia de historia militar-, a la hora de preparar su intervención.

Pero bueno, ya saben lo que se dice, genio y figura hasta la sepultura. Y ahora sí. Nos vamos al siglo XX.

"Sangre, sudor y lágrimas". Intramuros del siglo XX
Y la primera referencia que me encuentro de la frase tal cual, “Sangre, sudor y lágrimas", es cinematográfica pues pertenece, nada menos, que al guión de la película Metrópolis de 1927, dirigida por el cineasta austríaco Fritz Lang (1890-1976).

Una de las películas más influyentes en la historia del cine.

Como seguro saben, Metrópolis, es una película de ciencia ficción cuya trama gira alrededor de una distopía urbana futurista, y que fue anterior al cine sonoro. Un condicionante técnico que no le impide ser uno de los máximos exponentes del cine expresionista alemán.

Lo que quizás ignoren es que Metrópolis es el primero y uno de lοs pocos filmes que están incluidos en el Programa Memoria del Mundo.

Se trata de una iniciativa internacional, propulsada y coordinada por la UNESCO desde 1992, con el objeto de preservar y divulgar el patrimonio histórico documental de mayor relevancia.

Para que se hagan una idea, otras películas incluidas en esta lista son los documentales de los hermanos Lumière, Los olvidados (1950) de Luis Buñuel o El mago de Oz (1939) de Victor Fleming.

Y volviendo a la nuestra, comentarles que el guion fue escrito por Fritz Lang y su esposa, la escritora alemana Thea von Harbou (1988-1954), a partir de una novela homónima de 1926 de la misma Von Harbou.

Quien por cierto acabó convertida en una de las ideólogas del partido nazi.

Una circunstancia que no deja de ser paradójica si caemos en la cuenta de que fue una nazi la creadora de la frase que Churchill retomó, casi veinte años después, para arengar a su país en la lucha contra el nazismo.

Aunque en puridad habrá que aclarar que lo que el político británico dijo, en la década de los años cuarenta, no fue exactamente “Sangre, sudor y lágrimas”, sino una variante: “No tengo otra cosa que ofrecer que sangre, lágrimas, fatiga y sudor”.




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