martes, 2 de febrero de 2016

Baird, Napoleón y Nipkow

No me malentiendan, quiero decir con uno de sus hombres y todo por ser muy polifacético y apasionado. Una de sus aficiones fue la comunicación a distancia.

Que es lo que hacía su invento. Enviar y recibir imágenes a larga distancia, utilizando para ello la red telegráfica convencional. El proceso de reproducción de la imagen se producía por medio de un método electroquímico.

Inciso napoleónico
Del monarca galo Napoleón III, y para intereses posteriores, comentarles que si bien desde el punto de vista histórico está considerado como sobrino de Napoleón Bonaparte (1769-1821), desde el de la ciencia existe una controversia al respecto de este parentesco.

Han de saber que en abril de 2014 unos estudios de ADN demostraron la inexistencia del mismo.

Ya saben que ADN es la abreviatura de ácido desoxirribonucleico, sustancia química que contiene las instrucciones genéticas de todos los organismos vivos conocidos, siendo responsable de su transmisión hereditaria.

Pues por él sabemos que no eran tío y sobrino, ya que no coincidían las cargas genéticas que portaban uno y otro. En fin, estas cosas entre mujeres y hombres pasan, han pasado y, supongo, pasarán.

Por cierto que no se me olvide. El tío, Napoleón I Bonaparte, tendrá que volver a estos predios por motivos militares y médicos, en relación con Baird y por una razón que no se puede ni imaginar.

Mientras sigo con el sobrino.

Como seguro sabrán, Napoleón III se casó con la española Eugenia de Montijo (1826-1920), bajo cuyo impulso personal vieron la luz dos importantes proyectos, uno científico y el otro tecnológico.

El primero en el campo de la química y la microbiología, de la mano del francés Louis Pasteur (1822-1859) y que acabaría en el descubrimiento de la vacuna contra la rabia (1885).

El segundo en el de la ingeniería, llevado a cabo por el también francés Ferdinand de Lesseps (1850-1894) y la construcción del Canal de Suez, que une el mar Mediterráneo con el mar Rojo.

Una vía artificial de navegación que fue atravesada por primera vez en 1867, si bien su inauguración oficial tuvo lugar en 1869, con la presencia de la emperatriz Eugenia de Montijo.

Un magnífico nexo el de la noble granadina, de quien el cinco de mayo de este año se cumple el ciento noventa (190) aniversario de un nacimiento. Tomo nota en mi moleskine.

Pero sigo con lo que me traía.

Que no es otra cosa que el empeño humano por enviar y recibir imágenes a larga distancia vía telegráfica, y en el que expertos ingenieros se esforzaban sin obtener buenos resultados.

No avanzaban debido a los problemas que tenían, tanto en la sincronización como en la calidad de reproducción de las imágenes.

Y fue, como dice la copla cubana del comandante, que entonces llegó Fidel.

En este caso Giovanni con su fiable y comercial pantelégrafo, que no presentaba ninguna dificultad en la sincronización y con una calidad de reproducción muy aceptable para la época.

Y del primero al segundo, el disco de Nipkow.

Disco de Nipkow
Como es natural, en su empeño televisivo, Baird se basó en los conocimientos e investigaciones que previamente habían realizado otros. En su caso, el fundamental fue el disco de Nipkow.

En esencia una placa plana y circular, con una serie de pequeñas perforaciones dispuestas en forma de espiral que van desde el centro hacia el exterior.

Al hacer girar el disco cada perforación describe una circunferencia de radio diferente, que viene a equivaler a la conocida y familiar "línea de barrido" de imagen en una televisión moderna.




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