jueves, 28 de abril de 2016

‘Philosophiæ naturalis principia mathematica’. Presentación (1)

Una nueva entrega de las de “días que cuentan”, que a este ritmo se va a convertir en todo un clásico enrocado. Y la de hoy, ya lo ven por el título, no puede apuntar más alto.

Ni por su autor, probablemente el hombre que más ha influido en la Humanidad. Ni por el texto, quizás la obra científica más importante de la Historia.

Vaya por delante que tal día como hoy se cumplen trecientos treinta (330) años de la presentación, por parte del físico Isaac Newton (1642-1727), de su obra Philosophiæ naturalis principia mathematica en la londinesa institución  Royal Society.

Fue el 28 de abril de 1686.

Pero la historia de este asunto no empieza, ni acaba, ese día. Ni mucho menos. Además, lo dicho no es más que su parte pública y externa. Hasta cierto punto, la más superficial.

Como casi todo lo interesante, esta historia newtoniana no sólo dura unos cuantos años, decenas, sino que buena parte de ella transcurre intramuros.

Creo que lo mejor será que empiece por donde debe, por el principio.

Yersinia pestis
No me voy a extender, parte de la historia ya ha sido tocada recientemente en otra entrada, pero para los intereses que nos traen han de saber que todo arranca unos veinte años antes.

En el otoño de 1665, cuando una epidemia de peste bubónica obligó al cierre de la Universidad de Cambridge.

Conocida como la Gran Peste tuvo lugar entre 1665 y1666, y se estima que pudo matar entre setenta mil y cien mil (70 000-100 000) personas en toda Inglaterra, y más de una quinta parte de la población de Londres.

Una auténtica calamidad.

Una infección, la peste bubónica, causada por la bacteria Yersinia pestis que se transmite a través de las pulgas de las ratas. Esta bacteria tiene el dudoso honor de ser la responsable de más muertes humanas que cualquier otra enfermedad infecciosa salvo, creo, la malaria.

Y ha originado diversas pandemias a lo largo de la historia: la plaga de Justiniano (541-542); la peste negra (1347-1351), que acabó con la vida de un tercio de la población de Europa; la tercera pandemia (1855-1918); etcétera.

Comprenderán que con estos mortales credenciales, nada más declararse, el joven Isaac se marchara a la casa de campo de su madre, lo más lejos posible de la ciudad, y pasar así lo que en principio serían unas vacaciones forzosas.

Pero nada más lejos de la realidad.

Allí el científico viviría sus años más geniales. Allí, supuestamente, tendría lugar el sucedido de la manzana. Y allí es donde comenzó “a pensar en extender la gravedad hasta la órbita de la Luna”.

Una idea genial. Pero todo tuvo que venir por sus pasos. Sin adelantamiento.

Porque la idea fue sólo el comienzo del principio. Después necesitó cavilar durante más de veinte años, para darle forma a la cuestión gravitatoria. Forma matemática, claro.

La que mejor funciona en ciencias. Ma non sorpasso.



1 comentario :

Anónimo dijo...

Por que escribe: "Allí, supuestamente, tendría lugar el sucedido de la manzana. Y allí es donde comenzó “a pensar en extender la gravedad hasta la órbita de la Luna”.
No lo entiendo