martes, 27 de septiembre de 2016

Laennec y estetoscopio. Otoño 1816 (y 2)

(Continuación) Mandó construir un dispositivo hueco de madera de unos treinta centímetros (30 cm) de largo y cuatro (4 cm) de ancho, con un canal central en su interior de tan sólo cinco milímetros (5 mm).

Y en sus extremos dispuso dos piezas en forma de embudo.

Uno para recoger el sonido proveniente del pecho de las pacientes, que viajaría a través del citado canal hasta el otro embudo, que actuaría como altavoz de las ondas mecánicas.

Así se pergeñó la historia de Laënnec y la construcción del primer estetoscopio de la historia, del que construyó varios prototipos y tardó tres (3) años en perfeccionar. Una historia curiosa.

Como lo es la del origen del nombre que le puso al nuevo instrumental médico.

Estetoscopio, el nombre
Y construido el dispositivo, uno de los primeros ejemplares se conserva en el Museo de Anestesiología Wood Library de Chicago, nuestro hombre se dispuso a ponerle nombre.

Dado que era aficionado a la etimología, disciplina filológica que estudia el origen de las palabras y la evolución de su forma y significado, consideró que era oportuno llamarla así, estetoscopio.

Formada a partir del griego stēthos que significa “pecho” y del sufijo scopio que quiere decir “examinar, observar, mirar en”, nace stethoscopium en latín científico y de él el francés “stéthoscope”.

Porque para Laennec su novedoso aparato no sólo permitía “ver” el interior del pecho o del tórax, sino que gracias a él se conseguía un mejor diagnóstico tanto en mujeres como en pacientes obesos.

Gracias a este ingenio, que en un primer momento contaba con un único auricular, los médicos podían hacer un primer diagnóstico a partir de los sonidos internos del cuerpo de los pacientes.

Al método, como saben, se le denominó auscultación y desde entonces es una de las prácticas médicas más repetidas por doctores y especialistas sanitarios.

Nacía con él una nueva era en la práctica de la medicina, donde este método pasaba a ser un elemento clave de la práctica clínica.

Y aún hoy, doscientos años después, el estetoscopio nos permite obtener una información rápida y a la que, esto es importante, no se llega por otros medios mucho más sofisticados.

Publicación y muerte
En 1819 el propio Laënnec difundió su invento a través de la obra 'De l'auscultation médiate ou Traité du Diagnostic des Maladies des Poumon et du Coeur', donde documentó el estudio realizado a enfermos de tuberculosis.

Gracias al estetoscopio detectó anomalías en el funcionamiento de pulmones y corazón, describiendo gran variedad de soplos pulmonares y tipos de estertores respiratorios.

Por desgracia mientras realizaba unas autopsias de fallecidos se cortó, contrayendo esta misma enfermedad a causa de la cual murió con tan solo cuarenta y cinco (45) años. Y hasta aquí llego.

Sí, sagaz y avisado lector, el otoño del estetoscopio es el de 1816, el año sin verano. El año del monstruo de Frankenstein, de la joven inglesa Mary Shelley. Ya ven.




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