viernes, 30 de septiembre de 2016

Tambora, 5 de abril 1815 (2)

(Continuación) Dos erupciones que provocaron pérdidas humanas y económicas y que aumentaron la concentración de la densidad de la atmósfera del planeta con cenizas, gases y polvo.

Como ocurrió con la erupción del Tambora, la tercera en un periodo de tres años.

Otros datos del Tambora
De la importancia de esta erupción volcánica, de la que se estima alcanzó su mayor intensidad entre el 10 y el 11 de abril, hablan por sí solo los datos de los que se disponen.

Durante las primeras veinticuatro horas (24 h) murieron más de diez mil (10 000) isleños de forma directa, sobre todo por la colada piroclástica y la lluvia de ceniza.

Después otras setenta y cinco mil (75 000) personas murieron de hambre y enfermedad.

Las partículas mayores, rocas y lava, cayeron a la tierra, pero las más pequeñas, las cenizas volcánicas y casi cincuenta y cinco millones de toneladas (55 000 000 t) de dióxido de azufre, SO2, llegaron a las capas más altas de la atmósfera.

Para que se hagan una idea de las dimensiones del sucedido, la explosión se escuchó a casi mil trescientos kilómetros (1 300 km) de distancia.

Lo que no está nada mal como fenómeno acústico.

Sin duda alguna la cercanía del lugar con el ecuador terráqueo favoreció la expansión del polvo volcánico por las corrientes de aire.

Y durante los meses siguientes, las nubes de gotas en dispersión se debieron extender primero por el hemisferio norte y después por todo el globo.

Gracias a las fuertes corrientes de viento es posible que dieran la vuelta a la Tierra en dos semanas y que dos meses más tarde llegaran a los polos Norte y Sur.

Entre 1815 y1816 un velo casi invisible de cenizas cubrió el planeta, y las finísimas partículas de azufre S, permanecieron suspendidas en el aire durante años.

Lo que trajo como consecuencia que afectara de manera prolongada al clima mundial.

Una cortina de polvo volcánico que unida a las producidas en las dos erupciones anteriores de los montes Mayón y Soufrière, provocaron una serie de fenómenos meteorológicos -de naturaleza física, química y biológica-, de consecuencias de lo más inusuales.

Una de ellas fue óptica, ya que ese manto traslúcido reflejó buena parte de la luz solar, lo que se tradujo en una disminución de la luminosidad ya que ésta llegaba a la superficie terrestre con mucha menos intensidad de lo habitual y necesario.

Y eso trajo consigo desgraciadas consecuencias para la vida en nuestro planeta Tierra, que necesita de la energía que nos suministra el Sol. De ahí que 1816 sea conocido también como “el año del hambre”.

1816, el año del hambre
Sin el aporte energético solar en forma de ondas electromagnéticas, es palmario que tanto la fauna como la flora terrestre empezaron a tener problemas, muchos problemas, para poder mantenerse en niveles estables para la población.

Lo que trajo consecuencias para la agricultura y la ganadería, ya que las cosechas y los rebaños se malograban y morían, lo que derivó en plagas de hambre. (Continuará)




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