domingo, 9 de abril de 2017

Gramática y tacos (y 3)

(Continuación) Lo que diga su majestad les decía.
Y con su permiso aprovecho las reales palabras para recordarles que es precisamente, en ese cojonil lugar, me refiero al que corta el frío que baja del Guadarrama al regio entender, donde reside la voluntad humana.
Donde reside, claro, al entender de algunos. Pero en su opinión es de ahí de donde surgen las órdenes, y para hacer semejante afirmación se basan en la lógica. Si no fuera así, ¿por qué íbamos a decir lo que decimos? (pues porque me sale de los cojones).
Otros papeles lingüísticos
También los prefijos y sufijos hacen lo suyo. En concreto ayudan a modular su significado y así: “a-”, expresa sensación de miedo (voy acojonado); “des-”, significa risa o cansancio (estoy descojonado); “-udo”, indica perfección (soy cojonudo); “-azo”, hace refiere a la indolencia o abulia (es un cojonazo).

Las interjecciones, cómo no, tienen mucho que decir en todo esto.
“¡Cojones!” denotan sorpresa, y cuando uno se encuentra perplejo tira de ellos (¡Manda cojones!). Conocido es de todos el (“¡Manda huevos!”) del señor Trillo cuando, siendo presidente del Congreso, quedó inmortalizado en los anales de la expresividad parlamentaria.
Pero volviendo al sinónimo cojonero, no se puede decir que se cortara un pelo el Rey Alfonso XII en la anécdota siguiente.
Y es que de cualquier cosa se puede acusar a su Majestad, menos de la de no ser lo suficientemente explícito en su felicitación al capitán Silvestre, cuando lo del desembarco de Alhucemas. Ya saben.
“Olé tus cojones”, le vino a decir. Toda una expresión del real júbilo y un ejemplo de concreción. Un simple y plebeyo taco bastó para mostrar la aristocrática satisfacción de todo un monarca.
Después de esto, y sin temor a equivocarme, creo que es factible afirmar que cualquier sensación de júbilo, pesar o indignación tiene su correspondencia expresiva en una palabrota o taco. Es así.
Más posibilidades
Les aseguro que no faltan y aquí va un muestrario.
El término cojones puede ser usado para formar compuestos sintagmáticos (mosca cojonera) o palabras compuestas (tocacojones), y en la comunicación oral pueden ser empleados de distinta forma como elementos no verbales.
De incredulidad, si se los agarra mientras se dice “Andaaa...”. De desacuerdo, si se grita un “¡Toma!”, mientras se los toca con la mirada fija en la del otro. O de insolencia cuando, usándolo de un modo similar añadimos “Esto pa' tu madre”.
En fin. Para que seguir, ya se hacen una idea.
Además nuestro término tiene multitud de sinónimos: huevos, testículos, pendientes reales, pelotas, canicas, webines, gemelos, campanas, herederos, bolas, tompeates, cataplines, cascarones, cascabeles, nueces, ciruelones, mismísimos, perlones, pompones, albóndigas, testiculario, kinders, y así  ad infinitum.
En resumen. Será difícil encontrar una palabra, en castellano u otro idioma, con mayor número de acepciones. Difícil pero no imposible.



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