lunes, 12 de junio de 2017

‘Juno’, ‘Júpiter’ y junio

Por un motivo u otro y en mayor o menor grado a todos nos suenan los nombres que conforman el título. Ya en una primera derivada nos suenan a dioses mitológicos y a periodo de tiempo calendario, o lo que es lo mismo a creencia y a ciencia. Vean si no.
Entre mitología y metrología
Ella, Juno, es la diosa romana de la maternidad y el matrimonio y la protectora máxima de las mujeres, los compromisos y el Estado. Es lo que se dice, toda una deidad mayor de la religión romana, no en vano fue hermana y esposa de él, de Júpiter. Que no es que sea un dios, no se equivoquen, es el dios de dioses. El principal de la mitología romana, el padre de todos los dioses y hombres.
Y el periodo de tiempo, el calendario mes junio, bueno de él poco de decir que no sepan. Están al tanto que desde el punto de vista etimológico algunos exégetas hacen derivar su nombre de la diosa Juno, aunque hay división de opiniones.
En la actualidad, científicamente hablando, es el sexto (6º) mes del año en el actual Calendario Gregoriano, pero que antes fue el cuarto (4º) del antiguo Calendario Romano que sólo contaba con diez (10) meses y empezaba en marzo, pero al que se le añadieron dos más, enero y febrero. Junio cuenta con treinta (30) días, lo sé por la regla de la mano izquierda.
Entre mitología y astronomía
Pero si escogemos la senda de una segunda derivada, ésta gramatical, resulta que los dioses se convierten en objetos espaciales, unos naturales y otro artificial. Empecemos con el primero de los naturales.   
Júpiter, cuyo nombre deriva del dios de dioses romano es el quinto (5º) planeta en su posición con respecto al Sol y forma parte de los denominados planetas exteriores o gaseosos. Por tamaño no sólo es el mayor de ellos sino que, tras la estrella, es el segundo cuerpo celeste de nuestro sistema solar.
Cuerpo masivo gaseoso formado básicamente por hidrógeno (H2) y helio (He), es el planeta solar con mayor cantidad de materia también, pero no el más masivo de todos los conocidos. En la actualidad se conocen ya más de un centenar de planetas extrasolares que tienen masas parecidas o superiores a la del jupiterino.
Y sigamos con el segundo. Juno fue el nombre que se le puso, en honor a la diosa, al tercer asteroide descubierto en el cinturón principal de asteroides, una región del espacio que fue llamada así para de distinguirla de otras agrupaciones de cuerpos menores ya conocidas de nuestro sistema solar, como el cinturón de Kuiper o la nube de Oort.
Juno es uno de los asteroides más grande de los que tenemos conocimiento y fue descubierto en 1804 por el astrónomo alemán Karl Ludwig Harding (1765-1834), desde el observatorio Schröter de Lilienthal, Alemania.
A título de curiosidad y como fleco del que poder tirar en cualquier otro momento, sepan que poco después del descubrimiento Harding se trasladó a Gotinga donde ejerció como profesor de astronomía y colaborador del matemático, astrónomo, geodesta y físico alemán Carl Friedrich Gauss (1777-1855). Un nexo irresistible.
Entre mitología y astronáutica
Y otro artificial les decía en la derivada segunda de mi exposición. Porque pasado el tiempo, Juno es el nombre que se le puso a la sonda espacial que la NASA envió en 2011 con destino a Júpiter, para el estudio del planeta y de algunas de sus lunas.
El pasado julio, tras 5 años de viaje, ingresaba en su órbita y poco después recibíamos las primeras imágenes del gigante gaseoso, es el mayor planeta del Sistema Solar, y de sus lunas Ío, Europa y Ganímedes.
Pueden encontrar información al respecto en el blog y aprovecho para cortar, no sin antes recordarles una vez más el vínculo entre mitología, etimología y, como es el caso, las ciencias del espacio.

Artes + Ciencias = Humanidades



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