martes, 16 de enero de 2018

Renos y evolución (1)

Les decía unos [*] renglones más arriba que la nariz rosada no es el único signo visible de la adaptación evolutiva del reno, a las extremadamente frías temperaturas de su hábitat natural. Que sólo era una más entre tantas otras, de las que por supuesto les paso a hablar, que sólo es un decir. 
Unas evoluciones: pelaje, hocico y pezuñas
Según un trabajo publicado hace un tiempo en la revista National Geographic, a lo largo de ese proceso adaptativo los renos han desarrollado también una capa de pelaje muy grueso, que les proporciona un excelente aislamiento térmico a fin de regular su temperatura corporal.
Un pelaje que llega a cubrir también a parte de su hocico, así que en puridad éste es rosado y peludo, y que junto a la densa red de capilares sanguíneos de su nariz son responsables de la regulación de su temperatura corporal, porque han de saber que los renos no sudan.
Ya lo hemos tratado pero según algunos estudios científicos estos cérvidos tienen un veinticino por ciento (25 %) más de capilares en la nariz que los humanos que, como saben, están encargados de transportar la sangre oxigenada que es de color rojo.
Un pelaje que llega a cubrir también a las pezuñas que también se modifican estacionalmente: se expanden en verano cuando el suelo es suave y se contraen en invierno cuando el suelo es más duro. Un problema de tracción.
Otras evoluciones: cornamenta, resistencia y velocidad
Por otro lado estos renos, que llegan a medir un metro (1 m) de alto y a tener una masa de ciento cuarenta kilogramos (140 kg), son los únicos miembros de la familia del ciervo (Cervidae) cuyas hembras desarrollan cornamentas o astas, que se les caen y vuelven a nacer cada año.
Una singularidad evolutiva favorecida porque las zonas donde habitan, suelen ofrecer pocos lugares para poder protegerse de los depredadores, de modo que no les viene nada mal a la hora de salvar la vida, contar además de con su velocidad y resistencia, con unos buenos cuernos.
De la primera les diré lo que seguro saben, los renos no pueden volar, y se imaginan, son excelentes corredores pues pueden alcanzar velocidades de hasta ochenta kilómetros a la hora (80 km/h).
Y de la segunda, la resistencia, sepan que su organismo está diseñado para que sean muy ágiles. Por ponerles un ejemplo, las crías de estos animales pueden ya correr, tan solo noventa minutos (90 min) después de haber nacido. Una capacidad motora, del todo imprescindible para poder seguir el paso de la manada en su migración.
Unos recorridos migratorios que en realidad son bastante largos y continuos, ya que algunos llegan a ser de unos cuatro mil ochocientos kilómetros (4 800 km) en un año. Lo que es mucho más que el de cualquier otro mamífero.
Lo hacen en manadas de algunas decenas o cientos de individuos, viajando en invierno hacia el sur y en verano regresando al norte.
Estotras evoluciones: articulaciones, ultravioleta e inteligencia
Relacionado con estas migraciones, resulta que las articulaciones de las patas de algunas subespecies de renos hacen un chasquido al caminar que es producido por el roce entre un tendón y un hueso. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.

1 comentario :

Pepe Gómez dijo...

Me gusta la entrada pero, ¿para cuando el hocico bioluminiscente?