jueves, 5 de abril de 2018

Olivia Newton-John, nieta de un Nobel de Física

(Continuación) Como ven se trata de un vínculo sorprendente pues, coincidirán conmigo que no todos pueden presumir de tener un padre espía. No, por supuesto que no. Y por si esto no fuera suficiente, que no queda aquí la cosa. Vamos ahora por la rama materna.
Un par de años antes de que empezara el conflicto armado, “Bryn”, se casó con Irene Born a la que había conocido en la universidad y que resultó ser hija del físico y matemático alemán Max Born, galardonado con el Premio Nobel de Física en 1954. Aunque cristianos de creencia, la familia Born se vio obligada a exiliarse de la Alemania nazi por sus orígenes judíos, de modo que el científico en 1933, aceptó una plaza en la Universidad de Cambridge (Reino Unido).
Un Born que por si ahora no caen, fue compañero y amigo de un tal Einstein y de un tal Heisenberg, que seguro estoy que les suenan aunque solo sea de la “física bachillera”. O sea.
Y bistrastataranieta de Lutero
Hay por ahí algún que otro exégeta de la cosa ésta de la genealogía, ya saben el estudio y seguimiento de la ascendencia y descendencia de una persona o familia, que incluye en el árbol genealógico de Olivia nada menos que al teólogo y fraile católico alemán Martin Lutero (1483-1546). Como lo leen. El mismo de cuyas enseñanzas nació la Reforma Protestante y, posteriormente, surgió el luteranismo como doctrina teológica y cultural. Un Lutero de quien por cierto este año se cumple el 535 aniversario de su nacimiento.
Lo traigo a cuento porque, en puridad, el parentesco entre el hombre de iglesia y la artista del titular va mucho más allá del grado especificado en el subtítulo, dado que en la actualidad el intervalo estándar entre dos generaciones humanas es de algo menos de treinta años y, bistrastataranieta, es tan solo el sexto grado de parentesco.
Dejo en el aire y para la voluntad investigadora del amable lector, la confirmación de este inquietante ancestro y el nombre que tendría dicho grado de parentesco de la apacible Olivia.
De quien, y de vuelta al siglo XXI, por lo que he podido averiguar retornó a Australia, vivió una truculenta historia marital, ha padecido dos cánceres de pecho con un intervalo de 20 años, ha creado una fundación para la lucha contra la enfermedad, sigue cantando y, además, es una defensora de los delfines. Así que bien, al menos por mi parte.
Hija de su padre
Ya que lo nombro, la vinculación australiana de Olivia proviene de cuando con cinco años su familia se trasladó a ese país, donde en realidad se crio y al que siempre ha considerado como su verdadera patria.
Y es que su padre, Brinley “Bryn” Newton-John, tras su participación como lingüista durante la Segunda Guerra Mundial en el proyecto que descifró el código Enigma de los nazis (fue oficial de inteligencia de la RAF y del MI5), y una vez acabada la guerra, tras la desmovilización a finales de 1945 regresó a la docencia en la Universidad de Cambridge.
Donde estuvo hasta que en 1954 obtuvo una plaza como profesor de alemán en una universidad de Melbourne. (Continuará
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